El fenómeno Jair Bolsonaro: dudas, cautela y cuotas de inquietud en Europa y EE.UU.
En Norteamérica llaman al brasileño el “Trump tropical”. Y descuentan una buena relación entre ambos si el nacionalista gana el balotaje a fines de mes. La inquietud es por las posiciones antidemocráticas del dirigente, admirador de las dictaduras.
En EE.UU. creen que el candidato favorito a la presidencia de Brasil, Jair Bolsonaro, es un “Trump tropical”. A los expertos consultados por Clarín les preocupa el rechazo que el brasileño tiene por la democracia, las “tendencias cleptocráticas” y el poco apego a la separación de poderes y el fomento de la violencia, características que, según señalan, lo asemejan al estadounidense. Pero si bien resaltan que ambos son productos antiesta- blishment --parte de un movimiento que asoma en varios países--, los analistas señalan algunas diferencias como la base que los votó, en Brasil mucho más inclinada hacia el fin de la corrupción que en EE.UU.
Más allá de la buena química que creen que Trump tendrá con Bolsonaro (porque son parecidos y el estadounidense ama “ser halagado”) apuntan que el brasileño podrá ser un firme aliado de Washington en la lucha contra el crimen y el narcotráfico o en la posición con Venezuela.
Barry Ames, profesor de la Universidad de Pittsburgh y autor de “El punto muerto de la democracia en Brasil”, señala a Clarín que Bolsonaro y Trump son similares en muchos aspectos y los enumera:
“Primero, ambos rechazan la democracia. Trump tiene poco o ningún respeto por el estado de derecho. Él cree que los funcionarios del gobierno deben ser leales a él en lugar de a la nación y la ley. Tiene tendencias seriamente cleptocráticas. En términos de democracia, Bolsonaro es aún peor. Apoya abiertamente el gobierno militar y no cree en la separación de poderes. Probablemente sea más antidemocrático que (Hugo) Chávez o (Alberto) Fujimori”, dice Ames.
“Segundo, ambos toleran y fomentan la violencia. En este caso, Bolsonaro también es peor. Trump anima a sus seguidores a usar la violencia contra los oponentes. Bolsonaro alienta a los escuadrones de la muerte y niega la legitimidad a sus rivales. Bolsonaro en el pasado avalaba la aniquilación de opositores. Bolsonaro es homofóbico y misógino, y no cree ni siquiera en las mínimas protecciones ambientales”, agrega.
Ames continúa: “Ambos obtienen apoyo de los conservadores tradicio- nales. En EE.UU., en temas como el libre comercio e inmigración. En Brasil, Bolsonaro tiene el apoyo de los partidos conservadores y es respaldado por las élites empresariales que creen que las políticas de su equipo económico neoliberal las beneficiarán. Mi conjetura es que estas elites económicas creen que pueden controlar a Bolsonaro. Ya vimos antes esta película, y no terminó bien”.
Riordan Roett, director emérito del Programa de Estudios latinoamericanos de la Johns Hopkins University, afirmó a Clarín que muchos en Estados Unidos se refieren a Bolsonaro como un “Trump Tropical”. “Eso es solo superficialmente correcto”, asevera y explica que “la candidatura de Bolsonaro proviene de una fuerte posición anti-establishment de muchos brasileños que quieren un gobierno que elimine la corrupción, restablezca el crecimiento económico y aborde las profundas desigualdades en la sociedad. En cambio, los estadounidenses que votaron a favor de Trump fueron en una gran mayoría los desamparados estadounidenses de un país que no se ha beneficia- do de la globalización, que teme a los inmigrantes y quiere restaurar la grandeza de Estados Unidos en el mundo”.
Agrega que “mientras que en Estados Unidos el sentimiento contra la inmigración es fuerte en los votantes de base de Trump, la corrupción no es un problema importante en este país. La posición de Trump de ‘volver a hacer grande a Estados Unidos’ no es un componente importante de la retórica de Bolsonaro con respecto a Brasil”.
Para Michael Shifter, director del InterAmerican Dialogue, “el fenómeno Bolsonaro es parte de una tendencia global de rechazo contra las elites políticas tradicionales. Visto desde esa perspectiva, y dados los agudos problemas de Brasil con la economía, la corrupción y el crimen, su ascenso no debería ser tan sorprendente”, dice a Clarín.
Señala que hay varios puntos de contacto entre el estadounidense y el brasileño. “Trump y Bolsonaro prestan poca atención a las normas y prácticas democráticas. Desdeñan los establishments políticos de sus respectivos países y les gusta proyectar dureza. Son beneficiarios del disgusto generalizado hacia la política”.
Pero también señala diferencias importantes: “El Partido Republicano, uno de los dos tradicionales, ahora es de Trump. Eso es un gran contraste con el partido de Bolsonaro. La base política de Trump son los grupos de bajos ingresos, mientras que Bolsonaro ha recibido amplio apoyo de los estratos socioeconómicos más altos. Trump tiene experiencia eje-
Trump y el brasileño “son beneficiarios del disgusto generalizado hacia la política”.