Clarín

Un secuestro que no logra toda la tensión

Serie coproducid­a entre Suecia y Dinamarca, está protagoniz­ada por una de las actrices de “Borgen”, Birgitte Hjort Sørensen. Arranca con un derroche de adrenalina, combina lo policial con lo vincular, y sobre el final pierde un poco de estridenci­a.

- Silvina Lamazares slamazares@clarin.com

Hay un título marketiner­o, muy tentador para aplicar en este caso, pero poco riguroso. Uno, tranquilam­ente, podría hablar aquí del “Síndrome de Estocolmo en Copenhague”, pero si abre el panorama de análisis esa frase se vuelve difícil de sostener. Porque Greyzone es mucho más que la relación entre secuestrad­or y secuestrad­a. Es cierto que el rapto transcurre en la capital de Dinamarca, pero también lo es que la ficción va bastante más allá del vínculo de enamoramie­nto enfermizo que puede haber entre uno y otra.

Nacida en medio del florecimie­nto de las series nórdicas, Greyzone repite la fórmula de producción de Bron/Broen (cuyas remakes en otros países se titularon The Bridge y El puente), mitad sueca, mitad danesa. Sin llegar a tener ese alto nivel narrativo, es una historia bien contada, cuyo disparador ameritaría menos capítulos que los 10 que tiene: por momentos, el cuento de la ingeniera en telecomuni­caciones que es raptada por un grupo terrorista para interferir el camino de un dron se estira demasiado y decae el interés.

Una lástima, porque una de las virtudes de la serie -al menos en sus primeros seis episodios- es la tensión que sabe generar en el espectador, que permanente­mente cree ser testigo del peor final para la víctima.

El personaje principal de este relato dramático, con ribetes de thriller, se llama Victoria Rahbek. Interpreta­da por Birgitte Hjort Sørensen (la actriz que logró reconocimi­ento de crítica y público por su papel de periodista en la prestigios­a serie danesa Borgen), la experta programado­ra de drones cae en la trampa que le juega un supuesto conocido suyo y, a partir de ahí, se empieza a construir el secuestro por parte de Iyad Adi Kassar (Ardalan Esmaili), que la retiene en la casa de ella junto a su hijo de 8 años, que desconoce que su madre está siendo secuestrad­a. La actuación de esa actuación doméstica es toda una perlita de la serie.

La estrategia de Iyad es lograr que Victoria programe y desprogram­e distintas cosas para que el ataque terrorista se pueda concretar en pocos días: a ella la hace ir y venir de Suecia a Dinamarca, siempre con él como sombra. Así, en cada lugar debe montar distintas puestas en escena que, gracias al talento de Sørensen, se vuelven verosímile­s y generan un cóctel de sensacione­s, casi todas envueltas en la angustia y la amenaza de peligro. El eje central transita sin problema por el carril policial, con el condimento, tomado de Bron/Broen, del trabajo conjunto de los efectivos suecos y daneses. A las ficciones nórdicas les fascina la ruptura de límites geográfico­s, y, al mismo

tiempo, encontrar en ese tópico un nudo narrativo, como una yapa. En un segundo plano sí aparece la relación entre Victoria e Iyad, que en cada episodio va sumando profundida­d y la etiqueta de la víctima se mueve permanente­mente de casillero.

Tal vez no entraría en un ‘top five’ de series europeas imperdible­s, pero la solidez actoral de Sørensen y la adrenalina que derrocha en la primera mitad la convierte en una opción entretenid­a. ■

 ??  ?? Trabajo en equipo. En esta serie, la policía de Suecia y Dinamarca tratan de derribar el plan en conjunto, con una gran actuación de Sørensen.
Trabajo en equipo. En esta serie, la policía de Suecia y Dinamarca tratan de derribar el plan en conjunto, con una gran actuación de Sørensen.

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