Ser padres hoy, o el difícil arte de concebir
Paul Giamatti y Kathryn Hahn son una pareja que no puede tener hijos en este melodrama bien llevado.
Quedar embarazados no es fácil para la pareja que conforman Rachel (Kathryn Hahn) y Richard (Paul Gia- matti). Son una pareja de la denominada “mediana edad”, que han pasado los 40 y que lo han intentado casi todo. Se han inyectado hormonas y han pasado por el doloroso camino de recurrir a la fertilización asistida. Cuando conectan con una joven que les dice que está embarazada y les daría su bebé no aparece más, y descubren que era una mentira, sienten que nada es suficiente.
Hasta que intentan lo último: necesitan que alguien les done un óvulo. Y la elegida es Sadie (Kayli Carter), la hijastra del hermano de Richard que se ha mudado con ellos por razones que no vienen al caso.
La inserción de Sadie cambia bastante la relación entre el ansioso matrimonio. Ni qué hablar cuando, en el Día de Acción de Gracias, y en la casa de sus padres, Sadie agradece la oportunidad de poder darles una ayuda a Rachel y Richard. La noticia es una bomba -los donantes suelen no tener ninguna relación directa con la pareja que serán padres- y si había algo de comedia, pronto se convertirá en drama.
Private Life aborda la problemática que abraza a quienes tampoco consiguen poder adoptar. El descalabro financiero, los temores, las dudas y los golpes de la vida que le asestan a Rachel y Richard son conocidos por muchos.
Pero la directora y guionista Tamara Jenkins -estuvo nominada a un Oscar a mejor guión original por La familia Savage (2007)- nos habla también de la supervivencia emocional que hay que tener para sobrellevar… lo que sea.
Si a Giamatti ( Entre copas, El ilusionista) ya le conocemos su capacidad de empatizar con personajes queribles o algo confundidos, es un placer ver a Hahn, y en especial a la joven Carter, que se luce en un papel de lo más complejo en este melodrama que no podrá dejar a nadie indiferente. ■