La familia de Lucía Cercato (85 años)
“Una vez que llega el ACV, ya nada es como antes”
Mónica conoce de cerca lo que es el ACV y los efectos que trae no sólo para el paciente, sino también para su familia. “Mi mamá lo sufrió hace un año, cuando tenía 84. Ella llevaba una vida sedentaria, y sufría artrosis”, cuenta sobre su madre, Lucía Cercato.
“Ese día notamos síntomas extraños. Se quiso levantar sola y no pudo. Se hizo pis. No reconocía a su familia y decía incoherencias”, recuerda Mónica. Tras hablar con el médico, la llevaron a la guardia y en menos de tres horas recibió atención. Le diagnosticaron un ACV hemorrágico y al día siguiente la operaron. Estuvo un mes internada y luego siguió la rehabilitación con internación domiciliaria con Medihome. Pero para que pudiera volver a casa, le instalaron la habitación en la planta baja y quitaron puertas para que pasara la silla de ruedas. Es que, como secuela, perdió movilidad del lado izquierdo. También comenzó con algunos síntomas de Alzheimer. “Cuando vino a casa fue una felicidad plena, para ella y para nosotros”, señaló Mónica, aunque eso exigió mu- cha dedicación. “Para mí fue difícil, los primeros días sobre todo, porque se me caía. Por mucho tiempo que me llamaban y tenía que dejar todo para ir a asistirla. Luego complementamos con otra enfermera que la atiende a la tarde”, dice. “Una vez que ya sucedió el ACV, es necesaria mucha contención a la persona y a la que está al lado de ella. A los familiares, hacerles entender que ya no es lo mismo de antes, que hubo cambios y hay que adaptarse. Darles cariño y estar encima”, cierra.