Un picado mixto para que siga a pleno la fiesta del beach handball
Las chicas y los chicos de los seleccionados argentinos jugaron juntos e interactuaron con el público.
Fue el deporte que más atención llamó en el entusiasmado público de Buenos Aires 2018. El beach handball, una novedad para la gran mayoría, se llevó buena parte de las miradas y enamoró a más de uno con un doblete de medallas olímpicas. Por eso los chicos y las chicas argentinas, en afán de fomentar una disciplina que precisa difusión, brindaron ayer a la mañana un particular espectáculo.
En el Parque Sarmiento, donde está la cancha de arena que se usó en estos Juegos de la Juventud, los seleccionados masculino y femenino se prestaron para un distendido entrenamiento abierto. Y la rompieron.
Parecía que el evento no atraería a la cantidad de gente que esperaban los organizadores, pero con el correr de los minutos, la tribuna habilitada pasó de unos cuantos claros a lugares completos y mucha alegría.
Primero los chicos, que ganaron una medalla de bronce, y las Kamikazes, que se llevaron el oro, se juntaron para sacarse fotos y saludarse en el campo de juego. Entonces algunos varones se animaron a ensayar pasos de reaggaeton, bien aplaudidos por las chicas.
Después se mezclaron para un pi- cado mixto, con más jugadores de lo habitual en la cancha, siempre con risas cruzadas. Y más allá de los goles tradicionales, inventaban jugadas para hacer tantos de cabeza y hasta un pibe se arrodilló y prestó su espalda para que una chica pisara en ella para saltar y convertir.
La animadora se subió a la tribuna y reclutó a quienes, por qué no, pueden llegar a ser el futuro de este deporte. Juan, por ejemplo, un nene de 11 años, mostró cómo se hacía un lanzamiento de 360 grados. Josefina, de 14, también lo logró. También participaron familiares de los medallistas y fanáticos del handball, como Micaela, hermana de la campeona Fiorella, y Benicio, de 10 años, que juega en el modo tradicional en su club y con sus amigos.
Las chicas y los chicos que sorprendieron a todos volvieron a mezclarse, ya en un entrenamiento más serio, pero sin perder la sonrisa. A un costado, los reclutados de las tribunas, todos chicos de 9 a 14 años, hacían la entrada en calor.
Los invitados a la fiesta entraron un ratito para compartir una jornada inolvidable. Los primeros, asociados con las chicas, demostraron que saben cómo se tira al arco, ante la presencia del arquero principal del equipo masculino. Después, Francisco Daudinot no tuvo piedad con una fanática que eligió ir al arco.
Entonces aparecieron cuatro jugadores del seleccionado de Mauricio e hicieron con los argentinos un desafío-exhibición de shoot out, el sistema de desempate que gustó tanto. Fue una jornada para difundir al deporte que trajo dos medallas. ■