Clarín

El FMI se mete en la campaña electoral

- Ricardo Kirschbaum

El Fondo Monetario Internacio­nal es el nuevo eje ordenador de la política argentina, como en otras épocas. El Gobierno ha recurrido al FMI como prestamist­a cuando las otras fuentes de financiami­ento se secaron abruptamen­te. Y el Fondo le ha respondido con plata fresca a cambio de un programa de estabiliza­ción - déficit cero- que está provocando una recesión fuerte y pérdida del salario real. Este acuerdo tiene consecuenc­ias sociales y políticas tangibles. Pero la administra­ción prefirió pagarlas apostando a que el ajuste le permitirá no sólo salir de la crisis a mediados del año próximo sino, además, ganar de nuevo las elecciones.

El peronismo, básicament­e, ha encontrado a su vez en el FMI razones para ajustar su discurso. Así como el oficialism­o tiene muchas veces un comportami­ento endogámico, hallando en esa conducta las razones que la justifican, los justiciali­stas actúan como si fueran vírgenes en el arte de gobernar.

Así, las posiciones sobre el acuerdo con el Fondo que trata de cerrar el Gobierno varían desde una crítica cerrada hasta aquellos que ya plantean que el convenio que todavía no se ha firmado deberá ser rediscutid­o, dando por hecho que en 2019 habrá cambio de guardia en la Casa Rosada.

La fragmentac­ión política del peronismo hoy quedará patentizad­a en la serie de actos por el 17 de Octubre que se realizarán. El epicentro del festejo justiciali­sta será Tucumán, donde el anfitrión Juan Manzur planea lanzarse a la reelección como gobernador. Allí convergerá­n Pichetto, Massa y un grupo de gobernador­es y de sindicalis­tas. También Scioli ha manifestad­o su intención de ir y los organizado­res anuncian por lo bajo que hasta Capitanich y el porteño Santa María pueden ser de la partida.

Si esto ocurre, lo más probable es que haya varios actos en los que el gobernador actúe como bastonero porque hay dirigentes que no quieren compartir el palco con otros. Y ya lo han hecho saber.

El ajuste que alcanza a las provincias será el motor de los discursos para marcar las dife- rencias con la administra­ción Macri.

Un adelanto de ese contenido ya se ha visto en el discurso de Massa, quien acaba de regresar de una gira fugaz por Washington. El jefe del Frente Renovador tuvo que responder las preguntas sobre su hipotética conducta si hubiera estado al frente del Ejecutivo en una co- yuntura similar a la que enfrenta el actual Presidente.

Massa ha dicho que no hubiera recurrido al Fondo Monetario porque hacerlo fue una encerrona en la que se entregó la conducción de la economía.

En el Centro Wilson, explicó que esa “resignació­n” se hubiera podido evitar si se hubiera planteado un bono con atractiva tasa (y promesa de no pagar el Impuesto a las Ganancias) a los argentinos que tienen cuentas en blanco en el exterior. Así, se hubiera podido reunir hipotética­mente la misma cantidad que el FMI prometió en el primer acuerdo: 15 mil millones de dólares. Luego hubo que renegociar en medio de una angustiosa corrida cambiaria.

Esta versión optimista se basa en que una muestra de confianza hubiera sido que sean los argentinos los que pongan su dinero en ese bono.

Muchos recordaron el teorema del radical Baglini: el grado de responsabi­lidad de un partido o de un dirigente es proporcion­al a su posibilida­d de acceder al poder.

El discurso del PJ será contra el Fondo, pero esa coincidenc­ia no puede ocultar la fragmentac­ión

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