Las tasas de plazo fijo al rojo vivo, con dólar y alquileres en capilla
Los bancos privados se lanzaron de lleno a una carrera por conseguir pesos, aumentando los rendimientos para los depositantes, grandes y chicos. Los depósitos a plazo fijo, que hace una semana oscilaban en torno al 45% anual, ayer llegaron a estar entre 55% y 59% para operaciones a un año, lo que determinó que los inversores que siguen de cerca el mercado hiciesen las cuentas rápidamente.
Por una colocación al 59% (prácticamente el nivel de la tasa de la política monetaria que es de 60% anual hasta fin de año) el inversor apuesta a ganarle a un dólar, que para empatar esa carrera tendría que estar en torno de los $ 60 dentro de un año, un nivel muy alto si se cree en la posibilidad de que, de ahora en más, el Gobierno logre bajar algo la inflación.
Los inversores más grandes (colocaciones superiores a los $ 5 millones) pueden conseguir hasta 65% haciendo un puente con las entidades que compran las Letras de Liquidez del Banco Central (Leliq) que pagan en torno de 73% anual.
Los particulares están impedidos de adquirir Leliq, pero los bancos sí pueden usarlas para cumplir con los encajes que les impone el Central, con lo que se estaría generando una suerte de “pase de manos” entre los depositantes por montos grandes y los bancos, que así se ven impulsados a aumentar los rendimientos a los tenedores de pesos.
Esta trepada de la tasa es lo que buscó Guido Sandleris al anunciar la nueva política de contracción monetaria para serenar al dólar y, en el corto plazo, lo va consiguiendo.
“La demanda de dólares está planchada por parte de los mayoristas y los minoristas vienen al banco a vender en vez de a comprar”, comentaba un experimentado banquero que adelantaba la que, en su opinión, será la segunda etapa de la política de shock de las flamantes autoridades del Banco Central.
Esa etapa en gestación tendrá un momento culminante cuando el Central comience a bajar las tasas de las Leliq del 73/74% anual, para dar una señal de distensión al mercado.
Ese momento llegará, arriesgan en el mercado, cuando el dólar, si es que sigue bajando, toque el “piso” de la banda cambiaria, que ahora es de $ 34,50.
El dólar mayorista cerró en $ 36 en el comienzo de la semana, en el nivel más bajo desde el 29 agosto, en un mercado muy calmo y sin presión compradora.
Una pregunta clave es ¿qué hará el Central si el dólar llega al “piso” de la banda?. En otras palabras, si eso sucede: ¿comprará los dólares que le ofrezcan para aumentar las reservas o bajará la tasa de interés para favorecen un reacomodamiento alcista del dólar?
En el Central se niegan a dar una respuesta por adelantado. Pero, desde el otro lado del mostrador, es unánime el reclamo de baja de la tasa de interés.
El estrés de la cadena de pagos va en ascenso y los datos sobre la actividad económica (el consumo bajó en torno a 4% en septiembre) reflejan la intensidad de la recesión que se vive.
El Banco Central tiene en la inflación de septiembre y octubre sus argumentos para continuar con las tasas bien altas, por lo menos, hasta diciembre.
El índice del costo de vida de septiembre, que se conocerá en las próximas horas, habría aumentado más de 6% el mes pasado y las primeras estimaciones privadas para este mes arrojarían una suba superior al 4,5% como consecuencia del aumento del transporte y de los precios de los alimentos.
Según un relevamiento de la consultora Focus Market, el mes pasado hubo subas de hasta 26,8% en aceites, de hasta 25,6% en papel higiénico, del 23,4% en hamburguesas y de 185% en pastas secas, entre los aumentos más destacados que sigue derramando la suba de más de 100% del dólar en lo que va del año.
¿Cómo sigue derramando subas el dólar a pesar de la calma de las últimas semanas? Los empresarios lo definen con claridad: “Cuando el dólar estaba a $ 28, los precios eran fijados en función de un dólar de $ 24, ahora lo tenemos con un dólar de $ 40”.
Las empresas buscan no quedar relegadas en listas de precios, aún cuando la caída de ventas es generalizada y deban recurrir a promociones y descuentos en el intento de seducir a compradores con capacidad adquisitiva muy deteriorada.
Por otra parte, pocos días de calma cambiaria le alcanzan a los funcionarios para apostar a que el dólar entre en “modo electoral” alentados por las divisas que desembolsaría el FMI y las de las exportaciones del trigo y el maíz primero y las de la soja, después.
Y no sólo el Gobierno aspira a entrar en la carrera eleccionaria, como lo demuestra el proyecto de nueva ley de alquileres que está en gestación en el Congreso, proponiendo la prolongación a tres años de los contratos, la implementación de un sistema de garantías bancarias para inquilinos y la actualización en función de un “mix” entre la inflación y el coeficiente de variación salarial.
El problema de los alquileres, en general, no son los alquileres sino la inflación alta que le hace perder poder de compra a los inquilinos y rentabilidad a los propietarios. La política se prepara para meter la cuchara en un tema muy sensible. ■
Pocos días de calma cambiaria le alcanzan a los funcionarios para pensar en un dólar en “modo electoral”.