Arregui, el padre que construye su casa y el sueño del oro olímpico
Su adversario en la final será el marroquí Elouarz. “Me veo con la medalla de oro colgada”, avisó.
El boxeo es el deporte que más medallas olímpicas le aportó a Argentina a lo largo de la historia. Fueron 24 en los Juegos absolutos, nada menos, con siete de oro desde las dos primeras en Amsterdam 1928 (Víctor Avendaño y Arturo Rodríguez Jurado) hasta las dos últimas en Londres 1948 (Rafael Iglesias y pascual Pérez). Y en Buenos Aires 2018 ya se aseguró al menos una de plata. Porque Brian Arregui venció por puntos en fallo dividido (3 a 2) al uzbeco Jakhongir Rakhmonov y avanzó a la final de la categoría welter.
El entrerriano tuvo el apoyo en la tribuna de una personita muy especial: su hija Briana, de apenas 1 año y 2 meses, que lo hizo papá a los 17. “Le dedico este triunfo. Es muy emotivo estar compartiendo toda esta experiencia con ella”, aseguró el boxeador entrerriano.
También se acordó de su papá Raúl, que falleció cuando él tenía 8 años, y de su mamá, que lo acompañó a la distancia. “Ella no pudo venir porque trabaja y porque además se pone muy nerviosa. Seguro está feliz por lo que ya conseguí. Para ella y para mi familia estoy trabajando tanto”, contó quien sueña con ser campeón mundial y también con terminar la casa que construye con parte del dinero que recibe por las becas en Villaguay, su ciudad natal.
“En la primera pelea había estado muy tranquilo, pero en esta semifinal estuve un poco nervioso porque sabía que si ganaba me aseguraba una medalla. Lo conocía al rival, era el mismo con el que había peleado el otro día y fue un combate durísimo. Pero hice todo lo posible para ganar, así que estoy muy contento. Fue im- portante el aliento de la gente porque por momentos me sentí un poco cansado y el público me levantó”, comentó.
Con la plata asegurada, Arregui enfrentará hoy a las 14.15 en la final al marroquí Yassine Elouarz, quien venció por fallo dividido (4 a 1) al azerí Nijat Hasanov. Para el argentino, el objetivo está claro. “Me veo con la medalla de oro colgada”, avisó.
El pabellón Oceanía del Parque Olímpico estalló también en un sólo grito cuando Mirco Jehiel Cuello, de 18 años, se hizo presente con su vestimenta roja y esa caminata tan característica de los boxeadores. Unas palabras con su equipo y el movimiento con su mano derecha haciendo la señal de la cruz fueron las últimas acciones que realizó antes de ir en busca de una medalla. Esa que al cabo de los tres rounds no pudo atrapar. Ahora irá mañana por el bronce ante el marroquí Abdessamad Abbaz.
En el combate por el peso gallo, el uzbeko Abdumalik Khalokov fue mucho para Cuello y lo venció por unanimidad de los cinco jueces. La supremacía del hombre que vistió de
En el combate por el peso gallo, el uzbeko Abdumalik Khalokov fue mucho para Cuello.
azul no dejó dudas. Así también lo entendió el argentino. “La gente me levantó mucho y me dio mucha energía, pero no pude. Me ganó bien. Hay que destacar su inteligencia y su rapidez de piernas”, analizó después del combate ante Clarín.
Los primeros 30 segundos de la pelea fueron frenéticos. El intercambio de golpes no dio lugar al respiro y a la distracción. El primer asalto mostró el esfuerzo que debía hacer Cuello para incomodar a su adversario y a partir del segundo fue todo cuesta arriba. “Creo que del segundo en adelante me volví loco y quise ir a buscarlo. Pero se movía muy rápido”, comentó. Y agrego: “Me pondré un poco triste, pero el jueves voy a dar todo para conseguir la de bronce”. ■