Santa Fe, con buena dosis de ingenio
Premio Nacional de Arquitectura ARQ-FADEA
Santa Fe siempre sorprende con sus propuestas arquitectónicas. Poco encasillables, buscando extender los límites de la disciplina. Son como un viento fresco que barre el panorama de nuestra arquitectura. Estas son algunas de las conclusiones que se desprenden del capítulo santafesino de los Premios ARQ FADEA, el certamen auspiciado por el grupo Unicer, Durlock y Uruguay Río Seguros. ¿Será que Santa Fe no tiene la “pesada” herencia cultural que tienen otras provincias como Córdoba; o “mochilas” históricas, hasta Precolombinas, como las de la región del NOA; que su geografía es plana, infinita, casi abstracta; y su condición climática es más amable y no tan extrema como las del NEA o de la Patagonia?
Veamos en primer término las casas que fueron premiadas. Casi ninguna parece lo que literalmente llamamos una casa. Son proyectos que se replantean todo: desde el formato icónico de lo que es una casa, su funcionamiento, la forma en que se coloca en el terreno hasta la manera en que se la construye. Por caso, la vivienda que proyectó Diego Arraigada (1° Premio / Escala Menor) surge de la yuxtaposición de cuatro prismas que forman algo así como una “X”, generando abras hacia el bosque donde está emplazada. El exterior de la casa es casi todo negro, salvo las grandes abras semicubiertas que son de color blanco y funcionan como espacios intermedios entre el interior y el bosque. Sólo el techo de chapa inclinado refiere lejanamente a la forma tradicional de una casa.
También en las obras de escala mediana los arquitectos santafesinos patean el tablero. Hasta en un modesto edificio de departamentos como el proyectado por Pablo Galiardo (2° Premio) generan operaciones arquitectónicas para incorporar amplios balcones y darle un juego volumétrico a la fachada que aporte algo de interés a la ciudad. O Federico Marinaro hace sutiles operaciones geométricas para convertir un vulgar galpón metálico en otra cosa, que puede albergar dignamente un Centro de Logística de Insumo Gráficos (3° Premio).
Para entender algo de esta disruptiva movida santafesina habrá que hurgar en algunas herencias cercanas. Según cuenta Miguel Jurado en la edición de ARQ #842 del 9/10, “Wladimiro Acosta fue vital en los primeros años de compromiso con la Arquitectura Moderna” y luego, desde los años ´90 influyó la prédica del Grupo R, liderado por Rafael Iglesia, Marcelo Villafañe y Gerardo Caballero , entre otros.
Pero en Santa Fe también hay que destacar el valioso aporte de la Obra Pública. “Así como la herencia de Jorge Scrimaglio contribuyó a la actualidad santafesina, sigue Jurado, lo mismo hace la intermitente presencia de Mario Corea Aiello en la Unidad de Proyectos Especiales.”
El Centro de Especialidades Médicas (CEMAFE), proyectado por ese equipo, refunda la manera de hacer hospitales. Más allá de las tradicionales soluciones funcionales que dividen las circulaciones técnicas de las públicas y agrupan paquetes de servicios afines, para hacerlos más eficientes, el centro incorpora un nuevo concepto. Todos los pisos están colgados de un gigantesco entramado de vigas en el nivel superior, de manera tal que no haya vigas que produzcan interferencias con las complejas instalaciones que llevan los hospitales, generando en consecuencia plantas súper flexibles.
Otros dos trabajos premiados surgieron de la Secretaría de Planeamiento Urbano. Uno es un edificio construido de cero. Se trata de la Escuela Barranquitas Sur que tiene un cuerpo bajo de ladrillo que arma unos patios sobre los cuales se “apoya” un prisma con estructura y parasoles metálicos ubicados estrategicamente para regular la entrada del sol.
El otro es un imponente reciclaje. Los Molinos Marconetti fueron transformados en el Liceo Municipal Antonio Fuentes del Arco. La construcción era una antigua pieza ferro-portuaria abandonada y derruida en la ciudad de Santa Fe. El equipo municipal limpió y restauró la construcción ladrillera, dejó a la vista su fantástica estructura metálica, revelando también su gran espacialidad y generó entrepisos para darle nuevos usos, entre ellos talleres de arte, danza y música. Garantizándole así un nuevo ciclo de vida a la antigua construcción. ■