Clarín

Paradigmas y paradojas de las verdades

- Adriana Muscillo amuscillo@clarin.com

Es sabido que, en la Modernidad, para que un conocimien­to sea considerad­o científico, se lo debe someter a toda clase de pruebas empíricas. Tal es el caso de “La Máquina de la Verdad Universal”, un descubrimi­ento que deja atónita a la Comunidad Académica Mundial. Ante la afirmación: “Dios existe”, la máquina niega que esa sea “La Verdad Universal”. Esto desata una serie de conflictos, principal- mente, en la institució­n eclesiásti­ca. Mucha gente se suicida, las iglesias cierran, representa­ntes de todas las religiones se reúnen en plenarios para cambiar sus estrategia­s, con el fin de captar adeptos. Los ateos cobran notoriedad y los filósofos se ponen en marcha en busca de “La Nueva Verdad”. Los que no creen en una Verdad Única, los amantes del pensamient­o dialéctico, refuerzan sus teorías y consiguen que su pensamient­o sea aceptado en la comunidad científica como “La Nueva Verdad”. La nueva verdad, entonces, es que no hay una verdad única y absoluta, sino tantas verdades como personas en el Universo. Esto hace que las formas de gobierno cambien en el mundo: se produce una anarquía generaliza­da, lo que provoca guerras que derivan en la destrucció­n de la división geopolític­a global, tal como la conocemos hoy. Tanto se discute el método científico vigente que, finalmente, se pone en duda la efectivida­d de la comprobaci­ón empírica, lo cual pone en tela de juicio la exactitud de las pruebas efectuadas con esa máquina.

Tal es el descreimie­nto, que aparecen voces que desacredit­an la veracidad del nuevo paradigma y, por consiguien­te, todo vuelve a comenzar y, así, in eternum. El fin. ■

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