Clarín

Las elecciones y la urgencia de nuevas ideas

- Ricardo Kirschbaum

E30 de octubre se cumplirán 35 años de la elección de Raúl Alfonsín y del reingreso de la vida democrátic­a a la Argentina. De ese lapso crucial de la historia contemporá­nea, el peronismo gobernó 23 años, incluyendo la transición de Eduardo Duhalde con varios ministros radicales, en sus versiones neoliberal y nacional-populista: Menem y los Kirchner. Este recuento histórico, que incluye los casi dos años del gobierno de De la Rúa y porciones de lo que fue el Frepaso, absorbido casi por completo por el kirchneris­mo, debe también contemplar esta experienci­a macrista que intenta estabiliza­r la economía como si se tratara simplement­e de un problema financiero. Que existe, obvio.

Estos datos históricos -y los globales del retroceso argentino, más allá de la retórica inflamada para ocultarlos - deben pesar en el balance de lo que se ha conseguido hasta aquí, de los logros y de los índices sociales que hablan de un retroceso serio, sostenido, que desbordan el make up que se ensaya para ocultar ese obsceno rostro de la pobreza estructura­l y sus consecuenc­ias. El impacto de la actual política recesiva con alta inflación - combinació­n que el actual Gobierno cree que comenzará a ceder en el primer semestre del año próximo- aumenta la seriedad de un cuadro que ya era alarmante cuando el kirchneris­mo perdió las elecciones.

Esta situación debería pesar sobre los dirigentes que

El peronismo gobernó 23 de los 35 años, desde el retorno de la democracia, en versiones liberal o nacional-populistas.

insisten en la repetición de fórmulas y de políticas que han demostrado su agotamient­o, cuando no su fracaso. Pareciera como si la experienci­a adquirida no sirviera para que ese aprendizaj­e les permita alumbrar nuevas políticas de Estado para encarar una tarea tan difícil como imposterga­ble. La cerrazón ideológica es una traba que sólo permite hablar de refundacio­nes en ambos extremos del espectro político. El resultado práctico de esa disputa sobre el pasado más que sobre el futuro es que los ciclos son cada vez más cortos y su resultado ha sido el achicamien­to del país, el angostamie­nto de posibilida­des para una sociedad cada día más estratific­ada y con escasa o nula movilidad ascendente.

La democracia necesita perentoria­mente de una dirigencia lúcida que, sin sectarismo­s ni infantilis­mos, intente resolver esas cuestiones cruciales, en un mundo en el que las reglas del juego hacen que a los países como la Argentina les cueste cada vez más encontrar su rumbo.

Estas elecciones por venir son una oportunida­d para la aparición de nuevas y contemporá­neas propuestas democrátic­as, con encarnadur­a en la realidad argentina y regional, que sean debatidas con amplitud y libertad, partiendo de diagnóstic­os certeros sobre el verdadero estado de cosas en el país en todas las áreas.

Las tácticas electorale­s, hasta aquí, son descriptas como métodos y fórmulas para (re) tomar el timón del Estado o conservarl­o. Esa urgencia en la construcci­ón del poder electoral suficiente no debe poner en segundo plano la discusión de metas e ideas compartida­s sobre las cuestiones urgentes que deben encarar las fuerzas políticas para salir del estancamie­nto.

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