Clarín

Dolor, indignació­n y un desesperad­o pedido de justicia en el último adiós

Conmoción en el barrio. Vecinos que no conocieron a la nena se acercaron a despedirla. Su mamá se descompens­ó.

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Hubo dolor y mucha indignació­n en la despedida de Sheila Alejandra Ayala, la nena de 10 años que fue asesinada y que apareció el jueves en San Miguel tirada en el hueco de una medianera. Del velatorio participar­on tanto vecinos como familiares, pero no estuvo su papá. También se vio a compañeros y amigos de la víctima, que fueron a llevarle flores.

El velorio comenzó el viernes a las 20 en la Casa Lattanzio, en Libertador 7680, Moreno. Allí llegaron primero sus familiares y con el correr de las horas se fueron sumando vecinos. Muchos no habían conocido a Sheila, pero decidieron acercarse al lugar para acompañar a su entorno y sumarse al pedido de justicia.

Según contaron en la cochería, la mayor cantidad de gente se vio a la madrugada. La ceremonia se realizó con el cajón cerrado y hu- bo llanto y mucha angustia entre los presentes.

“Que se haga justicia por la nena, es todo lo que pido. Que les den perpetua, que nunca más salgan. No se merecen otra cosa”, sostuvo una vecina que se acercó al velatorio. “Lo que queremos es justicia por este angelito que hoy está en el cielo. Y que los asesinos se pudran en la cárcel”, exigió otra mujer que participó de la despedida. “Tienen que pagar lo que hicieron”, remarcó otro vecino.

Durante el velorio, no se vio ni al padre, Juan Carlos, ni a ninguno de los integrante­s de ese lado de la familia de la nena. Su tía paterna, Leonela Abigal Ayala (25), y su pareja, Fabián Esequiel González Rojas (24), son los principale­s sospechoso­s por el homicidio.

El cuerpo de Sheila estuvo en la casa velatoria hasta las 9 de la mañana. Hubo un operativo policial de prevención, teniendo en cuenta que el día que apareció el cuerpo hubo disturbios. En la cochería ya habían tenido experienci­a en casos de mucha difusión. En el mismo lugar, en agosto, habían despedido los restos de la docente Sandra Calamano, que falleció en la explosión de gas de la Primaria N° 49 de Moreno.

Un cortejo que incluyó micros escolares donde viajaron vecinos y compañerit­os de la nena, acompañó el recorrido del cuerpo de Sheila desde la casa velatoria hasta el cementerio de San Miguel. Allí, la mamá se descompens­ó y tuvo que recibir asistencia médica. El resto de los familiares se retiraron en silencio.

También hubo personas que no conocieron a la víctima pero que se conmociona­ron con el asesinato. “Desde que se supo de la desaparici­ón que vivo todo con mucha angustia. Lo único que queremos es que se haga justicia y que los asesinos paguen”, explicó una vecina. ■

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