“Yo vi hacer muchas cosas crueles y la idea es cambiar lo que está mal”
El ex campeón mundial organizará festivales y quiere encontrar nuevas figuras. “Vamos a buscar talento”, dice.
Montar a caballo. Cazar perdices. Pescar dorados en el río Paraná. Viajar. Alimentar a sus perros. Jugar con su hija Emilia. Ir a la cancha con su hijo Marcos Nahuel a ver a su amado Colón. Compartir un mate con su familia o con sus amigos, los verdaderos, los de su pueblo. “Disfrutar la buena vida”, como él dice. Así podría completar los casilleros de sus días Marcos René Maidana. Sin embargo el re- poso del guerrero no le resulta suficiente. Por eso, cuatro años después de subir por última vez a un ring, el ex campeón mundial superligero y welter de la Asociación Mundial de Boxeo se reinventa.
“Chino Maidana Promotions” es el nombre de la nueva aventura del noqueador de Margarita, un self-made man que escaló a la cima dando golpes y evitando recibirlos y que ahora jugará sus fichas en la organización de eventos boxísticos. “Decidimos meternos porque vimos que podíamos hacer cosas buenas. Y no queremos desaprovechar esta oportunidad”, asegura el santafesino en el diálogo con Clarín.
El Chino Maidana usa el plural cada vez que hace referencia a su promotora. Para ponerla en marcha se rodeó de un núcleo pequeño y de máxima confianza: el empresario José Jaita, el asesor Edgardo Rosani (miembro del Comité de Clasificaciones del Consejo Mundial de Boxeo) y Gustavo Pileta Gómez Maidana, su primo y fiel acompañante durante su carrera. Los dos últimos tendrán a cargo la gestión operativa y la organización de los festivales.
Las relaciones entre los boxeadores y los encargados de manejar los números muchas veces son ásperas. Lo sabe Maidana: todavía mantiene una disputa en sede judicial con su antiguo manager Mario Margossian, quien le reclama alrededor de 600 mil dólares por el supuesto incumplimiento del contrato. Sin embargo un fallo de primera instancia rechazó la demanda y estableció que Margossian falsificó firmas y adulteró contratos para cobrar dinero que le correspondía al boxeador.
Maidana aspira a hacer más armó- nicos esos vínculos. “Yo vi hacer muchas cosdas crueles y la idea es cambiar lo que está mal en el boxeo. El boxeador está entrenándose, con la cabeza en la pelea, y los promotores son los que manejan los números. La gente no suele darse cuenta de eso, pero el boxeador muchas veces es explotado”, asegura.
Maidana es económico en el uso de la palabra, pero se suelta cuando habla de su nuevo proyecto y algo se ilumina detrás de los anteojos de armazón dorado. Está convencido de que se puede ofrecer un buen boxeo y que todos ganen en esa ecuación.
“Vamos a buscar talento donde no suele verse, en las provincias, donde los boxeadores no tienen mucho apoyo. Se puede hacern festivales rentables con el apoyo de la gente y del periodismo. Para el primero está casi todo armado”, cuenta.
El 17 de julio Maidana cumplió 35 años, una edad en la que los buenos boxeadores del momento mantienen un rendimiento pleno. Sin embargo al escucharlo da la impresión de que su tiempo activo en el deporte es parte de la prehistoria. Se ríe cuando alguien le sugiere un posible retorno. Se ríe también cuando alguien encadena su nombre con los de Sergio Maravilla Martínez y Jorge Rodrigo Barrios, dos ex campeones mundiales que coquetean con la vuelta a los cuadriláteros con más de cuatro décadas sobre la espalda.
Maidana tiene claro que aquella función en el MGM Grand de Las Vegas ante Floyd Mayweather el 13 de septiembre de 2014 fue la última. Si bien recién formalizó el adiós en agosto de 2016, esa idea ya maceraba en su mente cuando enfrentó al californiano Josesito López en Carson en junio de 2013. Pero el combustible de sus manos hizo que la rueda continuara girando un tiempito más.
Aunque no la extraña, reconoce que gozó su etapa como boxeador. “Lo hice porque me gustaba. Ahora disfruto de la buena vida y soy feliz. Hago lo que sé hacer y disfruto a mi manera. Lo que piensen los demás no me interesa”, remata con la misma fuerza que todavía conserva su puño derecho tatuado, pese a que ahora descansa. ■