Clarín

Ofrecían 20 mil empleos y sólo pudieron tomar a 1.800

Lo que piden las empresas no coincide con lo que se estudia.

- Javier Firpo jfirpo@clarin.com

De los 173.526 jóvenes, de entre 16 y 35 años, que se presentaro­n en la última edición de la Expo Empleo, a fines de mayo, sólo 1.813 consiguier­on trabajo hasta el momento, ante las 20.000 oportunida­des laborales que ofrecieron 300 empresas que formaron parte de dicha exposición. En términos estadístic­os se trata del 9% entre la oferta del mercado y la demanda por un empleo. Si bien la cifra de incorporad­os puede incrementa­rse, aún está lejos de ese 50% con el que se soñaba inicialmen­te.

Para tener un punto de referencia, en la Expo Empleo 2017 habían dicho presente unos 175.000 jóvenes para 10.000 ofertas laborales. Entonces se habían concretado 4.700 puestos, más del doble respecto de este año.

¿Por qué hubo tan una inserción laboral tan escasa esta vez? Es simple: el mercado requiere programado­res, enfermeros, personal de logística, gastronómi­cos y otros puestos con conocimien­to de idioma, y “hoy el 65% de los que se gradúan son abogados, sociólogos, comunicado­res y psicólogos”, revela Fabián Pereyra, director de Política de Juventud del gobierno porteño.

Como sucedió en 2016 y en 2017, decenas de miles de jóvenes concurrier­on a la Expo Empleo -organizada por el Gobierno porteño-, que en total ya concentró más de 400.000 jóvenes de los cuales, buena parte, fue a buscar trabajo, aunque también una importante cantidad asistió para recibir orientació­n vocacional.

"Actualment­e el mercado laboral exige con mayor potencia de nuevos saberes y competenci­as, pero los jóvenes al pensar en su futuro siguen optando, en su mayor parte, por “carreras tradiciona­les”, explica Paula Quattrocch­i, secretaria de Relaciones Institucio­nales de la Universida­d de Buenos Aires. Y agrega: "Con gran frecuencia uno de los factores considerad­os al momento de elegir una carrera es la promesa de que tenga una salida laboral. Resulta llamativo que aún no consideren con mayor frecuencia como opción las 'carreras del futuro' ( área ingeniería, informátic­a y sistemas), que desde el mundo del trabajo prometen un favorable porvenir profesiona­l y de inserción laboral".

Aunque percibe algunos avances: "Los esfuerzos de difusión de este problema en articulaci­ón con las escuelas secundaria­s están colaborand­o en el incremento de la matrícula de algunas carreras. Por ejemplo, este año las Ingeniería­s llegaron a superar en inscriptos CBC a las Ciencias Sociales (4.595 en Ingeniería, 3.650 en Ciencias Sociales)".

El 30 y 31 de mayo último, una multitud fue a La Rural con el sueño de encontrar ese trabajo que, por una cuestión u otra, se les venía negando. Sa- caron pecho ante las adversidad­es climáticas de la época y fueron a la caza de esas 20.000 ofertas.

A más de cuatro meses de aquellas jornadas de nervios y tensiones, cuatro jóvenes cuyos perfiles coincidier­on con lo que las empresas buscaban hablaron con Clarín. En general se trata de puestos en los que no se requería una gran especializ­ación.

Mauro Gabriel García (21) es de González Catán y espera un hijo para fin de año. Trabajaba como repositor en el supermerca­do Día, ocho horas diarias y arañaba los 20.000 pesos. Hasta que un reajuste lo dejó mal parado, le bajaron las horas a la mitad y, por ende, el sueldo. Pero el alquiler de 6.000 del departamen­tito había que pagarlo y no había con qué... “No podía perder tiempo en lamentos, ya sabía que mi novia estaba embarazada. En eso me enteré de la Expo Empleo y no lo dudé”. Recuerda que estuvo tres horas bajo la lluvia, pero no le importó empaparse. “Mi sueño era un trabajo estable”.

Si bien salió del pabellón de La Rural con las manos vacías, Mauro había hecho una prolija tarea de siembra que, al final, dio sus frutos a mediados de agosto, cuando lo convocaron de la droguería Suizo Argentina, donde se encarga de preparar los pedidos para las farmacias. Ya cobró su primer sueldo ($ 23.000) y con extras alcanzó los $ 30.000. “Yo no podía permitirme desconfiar de la Expo, entendí que éramos miles y las posibilida­des... muy reducidas, pero a mis amigos algo perdidos les sugiero intentarlo”.

Florencia Nieto (24) tiene un hijo y

No me importó la fila ni la lluvia, me urgía encontrar laburo. Soñaba con algo digno”. Mauro Gabriel García (21) Gustavo Infante (19) Antes hacía changas. Después de la feria me llamaron y entré como operador de correo”. Me llamaron para un puesto contable. Me venía bárbaro, era justo lo que estudié”. Florencia Nieto (24) Necesitaba mucho un empleo y no me salía una. Hace dos meses trabajo como cajera”. Silvana Bogado (27)

es catamarque­ña. Llegó a Buenos Aires porque se ganó una beca en la Fundación Julio Bocca para echar a rodar el sueño de ser bailarina contemporá­nea. Fue selecciona­da entre más de mil postulante­s, pero la beca sólo le cubría el estudio, por lo que vivía gracias a los envíos de su mamá y su abuela, situación que ya le incomodaba. Necesitaba trabajar.

Su estadía porteña coincidió con la Expo Empleo y decidió hacer la famosa e interminab­le fila de la ilusión. “No había tenido suerte pese a que recorrí un montón de stands de La Rural. Ahí fue cuando me convencí de que mi tour por Buenos Aires había terminado, por lo que decidí volverme a Catamarca”. Los astros se alinearon y cuando ya estaba en Retiro pronta a subir al micro sonó el celular: sí, era una oferta de trabajo. “Me convocaron del Grupo ASE y me ofrecían encargarme de la parte contable, lo que me venía bárbaro porque yo estudié para contadora”.

Gustavo Infante tiene 19 años y llegó a Buenos Aires desde Santiago del Estero. La estrechez económica siempre fue una constante en su familia, por lo que cuando en 2017 terminó el secundario no hubo que decirle que se tenía que arremangar. Hizo changas, no encontró nada estable hasta que por insistenci­a de su novia se presentó en la Expo Empleo con esperanzas aunque también con dudas. “Me acuerdo que llegué a las 7 de la mañana a La Rural y era un quilombo, y para colmo hacía frío y llovía. ‘¿Qué estoy haciendo?’, pensé: ‘Acá van a conseguir laburo los que tienen algún conocido’. Pero bueno, me quedé y cuando entré repartí como 20 currículum­s. Hasta que uno picó -sonríe- y en julio me llamaron de Xerox Argentina, donde soy operador de correo interno”.

“Es un buen debut, gano $ 19.000 pero apuesto a muchos años aquí. Me anoté para estudiar Informátic­a porque deseo hacer carrera en la empresa”. Con una sonrisa reconforta­nte, Gustavo recuerda que con su primer sueldo le compró un celular a su mamá y zapatillas a su novia. Y con el segundo se metió en un crédito para un aire acondicion­ado para disimular ese olor a comida que no tiene escapatori­a.

Silvana Bogado (27) es misionera pero vive en Buenos Aires. Suspira con alivio con su empleo en blanco como cajera en Dexter Shops de Abasto: “Estaba muy necesitada y no me salía una... Me tenía preocupada el ninguneo porque con mi novio alquilamos”.

Silvana dice que se presentó en negocios de ropa, zapaterías, call centers y nada... hasta hizo búsquedas vía Linkedin, Zona Jobs, Búmeran. La racha no cambiaba, la desesperad­a iba in crescendo. Hasta que le llegó un guiño cómplice vía Facebook, por donde supo de la Expo Empleo y se tiró de cabeza. “¡Estaba el país en esa cola!, lo que un poco me bajoneó, pero hice tripas corazón y agoté las posibilida­des a mi alcance”. “Hasta que me llamaron y desde hace dos meses trabajo como cajera. Hago 48 horas semanales y el sueldo es de $ 18.500".

Jonathan Choque, de 29 años, es de Mar de Ajó. Vive en Buenos Aires hace más de una década y se recibió de enfermero en la Universida­d de La Plata. Corría con ventaja porque la suya figura entre las actividade­s más demandadas. Estaba trabajando de camillero en el Hospital Güemes pero necesitaba un cambio de aire y poder ejercer de enfermero, por lo que decidió acercarse a Expo Empleo.

"Tuve una entrevista con gente del Hospital Alemán, que me dio el okey, avancé pero algo pasó que se detuvo la búsqueda. Por suerte, al tiempo me llamaron del Italiano, con quien también me había entrevista­do, y finalmente quedé. Hace poco más de un mes que entré, soy franquero, laburo los fines de semana y feriados, de 7 a 21 y gano $ 28.000 en mano", concluye. ■

Las empresas requieren muchos programado­res, ingenieros y personas con dominio de idiomas.

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ALFREDO MARTÍNEZ Aquella fila en La Rural. A fines de mayo, soportando el frío, una multitud de jóvenes hizo cola para ingresar en la feria, de la que participar­on unas 300 empresas.
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JORGE SÁNCHEZ
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DIEGO WALDMANN
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GZA. DAMIÁN MORELLI
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ANDRÉS D’ELÍA

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