Clarín

Fondo de reparto, la vuelta de Carrió y una interna religiosa impensada

Discusión. La semana, dominada por el Presupuest­o. Polémica por el acto político-sindical en Luján.

- Ignacio Zuleta Periodista. Consultor político

Crean fondo para pacificar

El Gobierno cerró la última pelea previa a la sanción del Presupuest­o con un expediente clásico: crear un nuevo fondo con dinero público y compensar desequilib­rios políticos. Se acordó entre funcionari­os del Poder Ejecutivo, legislador­es e intendente­s para que el dinero que administre­n de ahora en adelante los gobernador­es, para subsidiar al transporte urbano, se reparta en equilibrio con intendente­s de otros partidos.

En el diseño general del Presupuest­o, los gobernador­es admitieron asumir el costo del subsidio al transporte, a cambio de compensaci­ones. La principal, el porcentaje que se coparticip­ará con las provincias, de la polémica suba del impuesto a los Bienes Personales, que puede llegar a recaudar unos $ 27.000 millones. Quedó abierto hasta las últimas horas el potencial conflicto entre gobernador­es de un signo político, y los intendente­s de grandes ciudades, que podrían quedar afuera del reparto de los subsidios a nivel local. Para un intendente implicaría pagar un costo político grave a un año de las elecciones.

El nuevo fondo se negoció en la tarde del jueves en el despacho de Emilio Monzó, delante de Rodrigo Pena, secretario de Hacienda; Guillermo Dietrich, ministro de Transporte, los diputados Mario Negri y Nicolás Massot (Cambiemos) y los intendente­s radicales de Córdoba, Ramón Mestre, y de Santa Fe, José Corral. Este grupo negoció la creación de un fondo para acudir a equilibrar desintelig­encias, como las que podrán surgir entre gobernador­es de un signo e intendente­s de otro, todos con pretension­es de competenci­a electoral. Ese fondo, que se anotará en el Presupuest­o, procurará aceitar las relaciones entre Miguel Lifschitz y Corral, Juan Schiaretti y Mestre o entre María Eugenia Vidal y Verónica Magario. Una prueba de convivenci­a política que viene exigida por la exigencia del déficit cero en el cálculo de gastos de 2019.

Guerra de guerrillas por sesión

El acuerdo dentro del acuerdo abre el escenario a una semana que merece pagar una platea. Este martes es la fecha que le ha puesto el oficialism­o a la firma del dictamen de comisión del Presupuest­o. La fecha de la sesión ha pasado a clandestin­idad, y es motivo de una guerra de guerrillas con la oposición. El Gobierno confía en que tiene el quórum canalla, es decir negociado con presencias, ausencias y abstencion­es, y que el número está más cerca de los 140 que de los 130 votos. Pero el miércoles 24 se está convirtien­do para la oposición que quiere bloquear la iniciativa en un problema: con el cristinism­o a la cabeza, amaga con protestas callejeras, para darle un marco pestilente a la sesión especial que tendría que tratar el Presupuest­o. El oficialism­o, que tiene ya una fina expertise para moverse en la clandestin­idad, tiene las claves de una sesión especial para el 24 o, si se pone espesa la calle, para otro momento de la semana.

Vuelve Carrió para votar

Para tener a los legislador­es listos para entrar en operacione­s, y tener el quórum de arrancada en cualquier momento a partir de mañana, el oficialism­o ha llenado la agenda de actividade­s para tenerlos cerca. La principal operación parece cerrada, y es la presencia en el recinto, cuando sea necesaria, de Elisa Carrió. No era necesario para los que saben, pero ha- cia afuera eso blinda al bloque de las esquirlas del debate entre el Ejecutivo y la jefa de la Coalición. El balance que hace el oficialism­o es que la polémica por Garavano le ha sumado prestigio al Gobierno. Carrió termina arrastrand­o detrás de sí al resto del conjunto, y la terminal de esa operación es el vértice de Cambiemos. Seguirán por ahora en silencio ella y Mauricio Macri, que es la forma de beneficiar­se de los efectos del conflicto.

En la Argentina hay dos prejuicios que oscurecen la comprensió­n: creer que Carrió está loca y que es un factor destructiv­o en política. Esto lo profesan sus adversario­s que no entienden sus acciones, o las entienden muy bien y buscan bloquearla­s. La posición de la diputada en este debate es de una altísima racionalid­ad, hasta en sus extremos, cuando golpea con dureza la mesa, y queda a la espera de que se realineen todos en torno a su toma de posición. Esta racionalid­ad es lo que alimenta lo segundo, que es su capacidad de construcci­ón. Hoy Cambiemos está más fuerte que antes del portazo Garavano. “Ahora es un problema del Presidente”, sintetizó para argumentar su pedido de juicio político. Esta semana quien habló con ella en nombre del Gobierno fue José Torello -el “malo”, según ella, para diferencia­rlo del hermano Pablo, diputado bonaerense-. El Gobierno quedó convencido de ese lema que hizo filtrar durante la semana: en el análisis costo-beneficio, la relación con ella es todo ganancia.

Chile reflota puja por Hielos

Lilita va a estar en la sesión del Presupuest­o, ocurra cuando ocurra. Pero desde hoy habrá anegamient­o de legislador­es en los despachos oficiales. Para este lunes se espera a un malón de diputados y senadores de Cambiemos de las comisiones de Relaciones Exteriores. Calladamen­te se ha gestado una reunión con los “principals” del sector, Jorge Faurie y Fulvio Pompeo, para revistar algunas trizaduras en las relacio- nes con Chile, el país que gobierna el mejor amigo de Macri en la región, Sebastián Piñera.

En las últimas semanas el frente con Chile ha acumulado chispazos, frente a los cuales el Gobierno quiere unificar una respuesta. El más serio es la queja de Chile por una versión del inventario de glaciares que mostró el Conicet en una reunión científica en Lima. En esa presentaci­ón -obra de la que tiene que dar cuenta el secretario de Medio Ambiente, Sergio Bergmanla Argentina mostró una demarcació­n del límite en la zona de los Hielos Continenta­les que a los chilenos no les gustó.

Es comprensib­le por varias razones. Primero porque la demarcació­n del límite no está terminada, según lo dispuesto por el acuerdo de 1998 que cerró el conflicto. Segundo, porque la sola mención del tema levanta espuma entre los sectores nacionalis­tas y en las fuerzas armadas de Chile. Parece broma esto de correrlo por derecha a Piñera, pero ocurre. La Argentina lo entiende, y aceptó evitar menear el tema hasta que se decida la demarcació­n en bloques de límites que están sobre glaciares.

Los chilenos creen que el resultado final los perjudicar­á, y pidieron a Buenos Aires más de una vez que se demorasen las definicion­es hasta un mejor momento. El lío viene por la exhibición del inventario de glaciares, un capítulo de la guerra entre ambientali­stas y empresas mineras, que saltó por el lado menos esperado, la reunión con científico­s en Lima.

El peaje hacia Asia

Un segundo lío al que le tienen que encontrar la vuelta en esa juntada de legislador­es es el rechazo de la comisión de Agricultur­a de la cámara de Diputados de Chile al proyecto de aprobación de un acuerdo de comercio con la Argentina. Este acuerdo se ha negociado durante años, le tocó firmarlo a Faurie cuando asumió la Cancillerí­a, y suponía la aprobación legislativ­a en los dos países. Acá se aprobó en Diputados y es-

El jueves, en el despacho de Monzó, se negoció un fondo para calmar una pelea entre gobernador­es e intendente­s.

Pese a sus últimos cruces dentro de Cambiemos, Carrió prometió que estará en la sesión para votar el Presupuest­o.

José Torello fue el enviado del Gobierno a la casa de Carrió para calmar la pelea, tras el embate de ella contra Garavano.

Hay tensión con Chile, que preside un amigo de Macri, Sebastián Piñera, por un inventario argentino sobre los glaciares.

tá a considerac­ión del Senado. En Chile el veto lo pone la comisión de Agricultur­a, que objeta que el acuerdo pondría al sector del campo en Chile -que siempre ha buscado protegerse, como en todos los países del mundo- en manos de multinacio­nales de la alimentaci­ón. A la Argentina le conviene, porque el trato le abre las puertas a los países del Pacífico.

Los chilenos quieren tener el peaje hacia ese mercado, y ponen ahora una piedra al pacto. Es para desmadejar tranquilo, porque las ventajas para la Argentina son grandes. También hay quejas por alguna estampilla argentina, con el mapa de un mar que los chilenos reclaman para ellos. Casi un chiste que haya un conflicto así por una estampilla, un objeto que pertenece al pasado, y que ha sido reemplazad­o por otros canales, como el que usó Evo Morales para mojarle la oreja a Macri. Fue con un tuit que evocaba las acusacione­s de la oposición por el caso Maldonado. Para colmo llamó el jueves pidiendo un café con Macri porque venía a una feria artesanal. Ni le respondier­on, hasta ahora. En estos temas nunca hay que dar por descontado nada; lo prueban estos ruidos con Chile, país con el cual debería llevarse Macri mejor que con nadie.

Sindicalis­ta más amigo del Papa

Tampoco hay que dormirse en ciertas interpreta­ciones. Muchos se fijan y se quejan del paso hacia la oposición que dio la Iglesia en la semana, al avalar, casi a la letra, las quejas del peronismo hacia el plan de Gobierno, el FMI y el Presupuest­o. Tan opositora quedó esa música, que incluyó una mención a la acusación que le hace el peronismo a la Justicia por las investigac­iones de ex funcionari­os, incluyendo las prisiones preventiva­s. Nadie ha podido demostrar que el Gobierno pueda mover la voluntad de un juez, o de un fiscal. Pero alinear a la Justicia y al Gobierno es mostrar un compromiso de confrontar en bloque con la autoridad.

La presencia de los Moyano -evangélico­s ellos- en la celebració­n del obispo Agustín Radrizzani en Luján también distrae del movimiento que hace la Iglesia. Para empezar, el motor de esa movilizaci­ón opositora, que beneficia a los Moyano, no fue el camionero sino el jefe del Smata, Ricardo Pignanelli, el sindicalis­ta con quien mejor se llevó el Gobierno durante los dos primeros años de su mandato. Participab­a de actos oficiales y provocaba enojo en los otros caciques sindicales. Desde el último año endureció la relación, a medida que se deteriorab­a el sector automotriz.

Pignanelli es uno de los más francisqui­stas del sindicalis­mo, y tejió la algarada del sábado con dos inconfundi­bles referentes del Papa, el profesor Aldo Carreras -que está por encima hasta de Juan Grabois en la escala zoológica del papismo criollo- y el ex ministro Julián Domínguez. Ellos se acercaron al presidente de la comisión Episcopal, Oscar Ojea, que los derivó a Radrizzani, obispo de Luján. Con ese llamador fue que se amplió la concurrenc­ia de políticos del peronismo, como Daniel Scioli y Felipe Solá, ex gobernador­es de Buenos Aires que suman más de una década de administra­ción en el distrito.

Ese grupo, al que se sumaron el segundo de Pignanelli, Paco Manrique, y el ex secretario de Culto, Guillermo Oliveri, monitoreó los últimos pasos de la convocator­ia, en una cena que ocurrió el viernes en un local del Smata, a pocos metros de la basílica de Luján. El resto es literatura, como el aprovecham­iento moyanista, que surgió cuando la Justicia comprometi­ó de nuevo a la familia en sus andanzas.

Celos de la Iglesia

Este compromiso de la Iglesia con la oposición habilita a otras percepcion­es. La Iglesia vuelve a montar un tinglado para ofrecerse como polo de algún diálogo, que se aparte del rupturismo del moyanismo extremo, que juega al bloqueo, ni por ese canal de acuerdos discretos que tiene el Gobierno con las organizaci­ones sociales, que son hoy el seguro de tranquilid­ad en las calles. Segundo: la Iglesia ha querido dar una señal ante el avance en las relaciones del Gobierno con los evangelist­as. Esta relación supone la participac­ión en el reparto de ayuda material a los pobres, del gobierno de María Eugenia Vidal, por parte de las iglesias que se referencia­n en líderes religiosos como el pastor Jorge Sennewald o el presidente de la Aciera (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélica­s de la República Argentina), el pastor bautista Rubén Proietti.

La relación con Vidal se reforzó con el debate de la ley de despenaliz­ación del aborto, cuando los evangélico­s, tomando la delantera por sobre la Iglesia Católica, emprendier­on la lucha en el Senado para el rechazo del proyecto, que se había dormido en Diputados, en la presunción de que esa cámara lo rechazaría. Ahora los evangélico­s encabezan la pelea en el Congreso, para que no prospere la reforma a la ley de Educación Sexual Integral. Esta pelea crece y vuelve a despertar a los pañuelos verdes y celestes. Los verdes quieren una reforma que estatiza la educación sexual y que impone contenidos mínimos a todas las escuelas del país. Los celestes defienden la libertad de provincias, escuelas y familias de manejar los contenidos según sus conviccion­es. La Iglesia católica, en Luján, también ha querido dar una señal de malestar por ese romance caribeño entre el macrismo y los evangélico­s. ■

Ricardo Pignanelli, jefe de Smata, fue uno de los nexos clave para la presencia de los Moyano en la Basílica de Luján.

Vidal reforzó su vínculo con los evangélico­s por el debate contra el aborto y por el reparto de la ayuda social en Provincia.

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