Clarín

El héroe Benedetto y la historia de una resurrecci­ón que esperó 339 días

El delantero llevaba casi un año sin convertir tras su lesión en la rodilla derecha y una complicada recuperaci­ón. En el 2-0 a Palmeiras tuvo su noche soñada: dos golazos en 5 minutos.

- Matías Bustos Milla mbmilla@clarin.com

De aquel grito de dolor en la Bombonera al alarido de felicidad con desahogo en el mismo campo de juego de Brandsen 805. Pasaron 339 días hasta que Benedetto volvió a festejar un gol con la camiseta de Boca. Fue una explosión por duplicado y llena de emoción, justo en la semifinal de la Copa. También fue un premio a un tiempo de espera que tuvo altibajos, lesiones como obstáculos, plazos que se estiraron pero que lo encontraro­n con la confianza inquebrant­able .

Dos regresos en falso y las dudas sobre su nivel tras la operación habían abierto incógnitas sobre su rendimient­o. ¿Podría volver a ser aquel de 2017 que soñaba con jugar el Mundial con la Selección? El flojo rendimient­o en los 8 encuentros desde su retorno oficial (fue ante Libertad, el 30/8) le habían generado un malhumor que ahuyentó con el apoyo de su familia, su círculo más íntimo y también con su representa­nte, Bocha Valeri, quien lo acompañó en cada paso. También el de los hinchas, a quienes siempre les agradeció y les devolvió el cariño. Pero su recorrido hasta este festejo tuvo de todo.

Optimista como su ídolo Martín Palermo, quien le escribió para felicitar- lo por sus goles (ya lo había hecho el día que se confirmó su lesión de ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha el 19/11/17), el Pipa mandó mensajes repletos de confianza. Para Benedetto el respaldo del jugador que siempre idolatró como hincha tuvo un sabor especial.

“Voy a ponerle el pecho como hice siempre en la vida y voy a volver con todo”, fueron sus palabras. En ese momento de angustia, justo cuando la Selección había llegado como un premio a su enorme presente (35 goles en 42 partidos en Boca), Benedetto agachó la cabeza, masticó bronca y focalizó su retorno.

El 21 de junio recibió el alta médica. Y desde entonces comenzó a intensific­ar su trabajo. Contó con una ayuda clave: el kinesiólog­o Sergio Brozzi. “Fue muy importante en la recuperaci­ón, fue psicólogo y amigo; se bancó mis caras de culo... estoy muy agradecido por la recuperaci­ón que tuve con él”, confesó Pipa. A Brozzi fue a abrazarlo para celebrar su segundo tanto con Palmeiras.

Tuvo que trabajar más de la cuenta el Pipa. Porque en Estados Unidos, en una pretempora­da que lo había dejado sin rastros de dolor en esa rodilla maldita y cuando su reencuentr­o con el gol había sido letal (en el primer amistoso informal había hecho 3 tantos en

10 minutos), saltó a la cancha ante Independie­nte Medellín y terminó con una tendinitis aquileana con un gran signo de interrogac­ión. “Por suerte la rodilla está bien, que era lo que me preocupaba”, insistió Benedetto. La ansiedad iba por dentro.

Hubo algo que resultó decisivo en este tiempo: Benedetto acompañó al

plantel a todos los partidos. En la Bombonera y de visitante. Fue a Lima, se mezcló entre los hinchas en San Pablo ante Palmeiras después de volar en un avión privado del presidente y se subió al chárter en la fase de grupos en Barranquil­la como uno más, pero con la frustració­n de no poder ayudar desde adentro.

La primera parte de la Copa la miró desde afuera. Pese a que la idea de Guillermo era incluirlo en la lista de buena fe, las lesiones de Goltz y Magallán a último momento obligaron al DT a anotar al juvenil Leonardo Balerdi. De hecho, el defensor de la Reserva todavía mantiene el dorsal 9 en la Libertador­es. Por eso Pipa festejó sus goles con la camiseta 18.

Para Guillermo y compañía, la ausencia del Pipa fue un trastorno que solucionó con muchas virtudes Wan

chope Ábila (acumula 12 goles en el club). Para el DT, sin embargo, la plenitud de Benedetto era clave y se lo hizo saber al cuerpo médico en cada re-

unión sobre los tiempos de rehabilita­ción. Guillermo siempre consideró al Pipa como su 9 titular, pero esa irregulari­dad en el ritmo futbolísti­co lo llevó a postergarl­o al banco.

“Cuando se lesionó, Benedetto era un gol por partido. Sabemos lo que nos puede dar y se ganó esa confianza por lo que hizo con esta camiseta”, advirtió Guillermo en la antesala de cada regreso del goleador. Pero el CT lo notaba ansioso en cada resolución ofensiva, como obsesionad­o con volver al gol para destapar su angustia. En la Copa Argentina, ante Gimna

sia, Benedetto duró 10 minutos. La distensión en el bíceps femoral derecho lo sacó otra vez de la cancha y de la competenci­a por la titularida­d. Fue el peor momento para el goleador, quien deseaba como nadie recuperar su nivel en un momento crítico del equipo. Ahí se refugió en su familia. Incluso en la fecha FIFA que sirvió de descanso, se fue de viaje a la Patagonia con su mujer. Renovó energías.

Pero con su presente en duda, los rumores surgieron. ¿Una oferta desde la MLS le pondría fin a su ciclo en Boca? “¿Irme de acá? Ya dijeron que me iba al Milan, a la Roma... soy hincha de Boca y soy feliz en este club en el que tengo contrato”, lo desactivó el goleador que en 2016 desembolsó un millón de dólares para terminar de pagar el pase al club que ama y cumplir su sueño. ¿Lo tentarán desde Estados Unidos para jugar allí en 2019?

Con mucha ascendenci­a en el vestuario cuando quedó al frente del grupo en 2017 con Gago y Pablo Pérez, el goleador del bicampeón argentino también necesitó de sus compañeros para salir adelante. Uno de los que más lo apoyó fue Pintita. “Fernando (Gago) es un ejemplo para todos. Tiene una cabeza envidiable y le mete siempre para adelante, es alguien que contagia”, lo elogió en tiempos de recuperaci­ón. Otros dos amigos afuera de Boca también lo sostuviero­n: Iván Marcone y Ricardo Centurión.

La historia del regreso también tuvo nostalgia y emoción que lo llevaron hasta las lágrimas. El domingo pasado, el Día de la Madre, lo volvió a conectar con Alicia, su mamá, quien falleció cuando él tenía 12 años. La recordó en su cuenta de Twitter, en donde sólo escribe en momentos puntuales. “Mi mamá siempre fue mi pilar. En los momentos malos sé que cuento con ella desde arriba”, confesó Pipa. Tres días después de mirar al cielo para recordarla, entró a la Bombonera. Metió un gol de cabeza que lo hizo llorar. Después, un bombazo para la historia. Volvió a mirar al cielo en su festejo. Fue para ella. Y para todos los hinchas de Boca.

Estoy feliz de la vida, por haber vuelto a convertir y por el triunfo del equipo. Te ponés a pensar en lo que pasó y no terminás de caer nunca”.

En el primer gol no tenía que ubicarme ahí, fui porque veo que Felipe Melo se va a pasar y le salté detrás. Me la jugué por ese lugar y por suerte salió muy bien”.

En el segundo, apenas acomodé la pelota pensé en pegarle: sabía dónde estaba el arco pero no dónde estaba el arquero. Me gusta mucho pegarle desde afuera...”

 ?? MARCELO CARROLL ?? El desahogo del Pipa y de todo Boca. Grita el goleador y lo corre izquierdoz, por el primer gol contra Palmeiras, apenas siete minutos después de haber ingresado.
MARCELO CARROLL El desahogo del Pipa y de todo Boca. Grita el goleador y lo corre izquierdoz, por el primer gol contra Palmeiras, apenas siete minutos después de haber ingresado.
 ?? AFP ?? Con dedicatori­a. El abrazo con el kinesiólog­o Sergio Brizzo.
AFP Con dedicatori­a. El abrazo con el kinesiólog­o Sergio Brizzo.
 ?? J.SANCHEZ ?? Tiempos difíciles. En la recuperaci­ón Gago también fue clave.
J.SANCHEZ Tiempos difíciles. En la recuperaci­ón Gago también fue clave.

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