Dirigió Gustavo y Guillermo hizo buena letra para estar en la final
Los hermanos no se comunicaron por handy. Los cambios los hizo Gustavo, junto a Ariel Pereyra.
Guillermo no se rebeló como Marcelo Gallardo. Y aunque podría haberse hecho pasar por Gustavo, ni siquiera utilizó un handy para comunicarse con su hermano. Cumplió la suspensión y, a diferencia del Muñeco, podrá estar en las dos finales, que en principio se jugarán el miércoles en la Bombonera y 21 en el Núñez.
Se comportó como un señorito inglés el Mellizo. Se ubicó en uno de los palcos del moderno estadio de Palmeiras junto al dirigente Juan Carlos Crespi y al entrenador de arqueros, Juan José Romero. En el campo de juego, Gustavo y Ariel Pereyra, sus principales colaboradores, tomaron las riendas del partido.
A Guillermo, quien había sido castigado por la Conmebol producto de haber entrado tarde al segundo tiempo del partido de ida, se lo vio bastante tranquilo, incluso cuando Palmeiras pasó al frente, y sin interactuar a través de algún dispositivo móvil con sus ayudantes. En virtud de la sanción que le había impuesto la casa madre del fútbol sudamericano, el entrenador de Boca tampoco pudo estar junto a los futbolistas antes del partido y durante el entretiempo ni tampoco comparecer en la conferencia de prensa posterior al partido.
Fue la segunda suspensión que Guillermo debió purgar en esta edición de la Copa Libertadores. El Mellizo también se había perdido la revancha de la serie de octavos de final frente a Libertad en el Defensores del Chaco. También dirigió Gustavo. Aquella noche, Boca ganó 4 a 2.
“Estamos contentos, clasificamos a la final, era el objetivo que nos habíamos trazado a principio de año. Llegamos al último partido mereci- damente”, dijo Gustavo, escueto, vestido con una camisa celeste. Y añadió, algo misterioso: “Creo que la final es el miércoles, ¿no? Tendremos que descansar y recuperarnos para ese partido tan importante”. Está claro que el sábado, contra Tigre en la Bombonera, habrá un equipo integrado por mayoría de suplentes.
A Guillermo le habían advertido que no tolerarían una conducta como la del técnico de River. Y decidió seguir al pie de la letra las recomendaciones de la Conmebol. Brindó la charla técnica al mediodía, después del almuerzo, en el hotel Grand Hyatt. Después, dejó todo en manos de Gustavo y su gente. No viajó en el micro con el plantel y se subió a una combi con los dirigentes. Estuvo en un palco y lo vivió con tranquilidad. Para evitar las miradas indiscretas, cuando fue enfocado por las cámaras de la televisión se lo observó charlando con Romero tapándose la boca.
Habían conversado los posibles cambios. Pero definió todo Gustavo. Y habrá que ver cómo termina esta historia. Pero Guillermo, pase lo que pase, está casi decidido a irse. ¿Puede cambiar el escenario si le gana a River y se consagra campeón del mundo ante Real Madrid en Abu Dhabi? Todo es posible, pero el destino de Barros Schelotto estaría en Estados Unidos, donde supo jugar en Columbus Crew. Pero para eso habrá tiempo. Ahora, quiere ganar la séptima. ■