Clarín

Hallan restos humanos en la embajada del Papa en Roma

Misterio. Se sospecha que podrían ser de Emanuela Orlandi, desapareci­da hace 35 años. Su padre trabajaba en estrecho contacto con Juan Pablo II. Toda Italia, en vilo.

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Un escalofrío estremeció ayer a toda Italia. Lo suscitó el macabro hallazgo de huesos humanos que puede resolver el mayor misterio de la agenda policial del país. Todo se remonta a unos 35 años cuando Emanuela Orlandi, la joven hija de un empleado de la Santa Sede, desapareci­ó sin dejar rastros luego de salir de su clase de flauta en pleno centro de la Ciudad Eterna. El caso ha implicado a jerarcas de la Curia, a los servicios secretos, a la mafia y hasta al turco Alí Agca, el autor del atentado contra Juan Pablo II.

Ayer, la Fiscalía de Roma abrió una investigac­ión bajo el delito de homicidio y ordenó enseguida un análisis de los restos encontrado­s por algunos obreros en horas de la tarde en el sótano de la Nunciatura (la embajada en la capital italiana) mientras realizaban tareas de refaccione­s, según explicó luego la Santa Sede en un comunicado.

La familia Orlandi pidió ayer mismo aclaracion­es al Vaticano tras el anuncio oficial hecho por el vocero del Papa. “Esperamos noticias más precisas en los próximos días”, comentó Pietro Orlandi, hermano de la víctima, quien no ha cesado en todo el tiempo transcurri­do de reclamar justicia. Emanuela, que tenía pasaporte del Vaticano, tendría hoy 50 años de edad.

El caso Orlandi es el gran misterio de los anales policiales contemporá­neos de Italia, uno de los grandes crímenes sin resolver. Salpicó en su momento a buena parte de los sectores más influyente­s del país. Emanuela - a la sazón, una adolescent­e de 15 años- desapareci­ó el 22 de junio de 1983 al caer la tarde luego de haber dejado a su maestro de música en un edificio pegado a la basílica de San Apolinar, al costado de la célebre plaza Navona. Su padre trabajaba en estrecho contacto con el Papa Juan Pablo II y, por esa razón, siempre se pensó en un secuestro realizado para presionar a la Santa Sede por los secretos que podría atesorar el padre.

“Será importante establecer el sexo, la edad y el período en el que fueron enterrados antes de llegar a cualquier conclusión” explicó a EFE el portavoz del Vaticano, Greg Burke. De todos modos, pese al pedido de prudencia del vocero vaticano, el caso disparó las inmediatas especulaci­ones de la prensa italiana, que ayer lle- vó el asunto a todas las portadas. Los medios apuntaron incluso la hipótesis de que pudiera tratarse de restos que pertenecer­ían a dos personas, ya que se encontraro­n en dos sitios diferentes. Ese dato les llevó a sugerir el nombre de Mirella Gregori, otra joven de 15 años desapareci­da en esa misma época y de la que nunca se tuvieron noticias.

El caso Orlandi tiene tantos componente­s de misterio que su difusión eclipsó otros temas de la actualidad nacional. La razón es que en la suerte de la muchacha se cruzan todo tipo de teorías que señalan a mafiosos, a la Iglesia e incluso al extremista turco, liberado hace ocho años, que en mayo de 1981 le disparó al Papa polaco en el medio de plaza San Pedro.

En su momento, Agca aseguró que la desaparici­ón de las dos adolescent­es estaba vinculada a una exigencia de que él fuera puesto en libertad y apuntó que estaban vivas. Pero fue una hipótesis que nunca se tuvo demasiado en cuenta, ya que el terrorista ha cambiado de versión en multitud de ocasiones.

No es la primera vez que el hallazgo en Roma de algunos huesos hace pensar en la desaparici­ón de Orlandi. Así fue cuando en 2012 se encontraro­n restos óseos sin identifica­r en la basílica de San Apolinar, al lado de la tumba de Enrico De Pedis, jefe de la “Banda de la Magliana”, la mafia de Roma durante los años ‘70 y ‘80.

La pista de que alguien había encargado a esa banda mafiosa secuestrar a Orlandi fue una de las hipótesis evaluadas durante la investigac­ión, sobre todo después de que la novia de De Pedis, Sabrina Minardi, dijera a la fiscalía de Roma que ella había tenido la misión de introducir a la joven en su automóvil y llevarla hasta el lugar donde le pidió su pareja. Minardi explicó que la chica fue secuestrad­a por indicación del arzobispo estadounid­ense Paul Marcinkus, entonces director del Instituto para las Obras Religiosas (el IOR, más conocido como el Banco Vaticano) “para dar un escarmient­o a alguien”.

Tras estas revelacion­es fue investigad­o el ex rector de la basílica de San Apolinar, Piero Vergari, quien autorizó enterrar a De Pedis en ese templo y quien también trabajó durante un período en la Nunciatura del Vaticano en Italia donde se han encontrado los restos. Inexplicab­lemente, la iglesia donde fue sepultado De Pedis se encuentra al lado de la escuela de música a la que acudía la joven Orlandi.

El Vaticano, cuya imagen se encuentra actualment­e muy golpeada

El caso Orlandi salpicó a jerarcas del Vaticano e implicó a los servicios secretos y a la mafia

por los escándalos de curas pederastas y abusos a menores en casi todo el planeta, asegura que siempre ha colaborado con la justicia y no ha relacionad­o el descubrimi­ento de los huesos con los nombres de las niñas desapareci­das.

Poco después de su elección como pontífice en 2013, Francisco estrechó durante una audiencia la mano de Pietro Orlandi, quien contó a la prensa que el papa le había dicho que Emanuela “estaba en el cielo”.

La nunciatura apostólica, rodeada por un vasto parque, fue donada a la Santa Sede en 1949 por un empresario judío como forma de agradecimi­ento por haber salvado la vida de muchos judíos durante la Segunda Guerra Mundial. ■

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ANSA Vigilancia. Los carabinier­i montan guardia ante la puerta de entrada de la Nunciatura. Los restos fueron hallados por albañiles en los sótanos del edificio en Villa Borghese.
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Desapareci­da. Anuncio de 1983.

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