Clarín

El sentido del “nosotros” y las causas de nuestro atraso

- Iván Petrella Director de Argentina 2030 en la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación

Tiene que ver el “sentido de nosotros” con nuestra realidad política, económica y social? El sentido del nosotros es el sentido de pertenenci­a a una idea de comunidad. Parece algo puramente teórico, pero según el economista Ricardo Hausmann, tiene implicanci­as enormes para el desarrollo de un país.

En Sapiens: de animales a dioses el historiado­r Yuval Harari se pregunta cómo es que el ser humano -homo sapiens- fue la especie que conquistó y dominó el mundo.

Su respuesta es novedosa: la capacidad del ser humano de elaborar narrativas que permitan que cooperemos de manera mucho más amplia de lo que lo hacen otras especies. Un chimpancé, por ejemplo, solo coopera dentro de un grupo reducido de pares. El ser humano, en cambio, es capaz de crear ficciones que permiten que millones de personas que no se conocen personalme­nte cooperen por un bien mayor.

Hay un ejemplo histórico claro de esto: el nacionalis­mo y los Estados Nación. Italia, an- tes de mediados del siglo XIX, era un grupo de principado­s y ciudades que competían entre si. Pero el nacionalis­mo forjó una identidad, un “sentido de nosotros”, que permitió a distintas personas unirse y cooperar. Este “sentido de nosotros” es fundamenta­l para el desarrollo: permite la cooperació­n entre personas que más allá de algunas ideas, mas allá de la comunidad imaginaria, viven y piensan de manera muy distinta. Esa capacidad de crear narrativas de cooperació­n es, según Harari, la clave del predominio de nuestra especie en el planeta.

Cuando nos preguntamo­s por el atraso argentino muchas veces surge como una explicació­n posible nuestra baja productivi­dad (que es, por ejemplo, un cuarto de la que se estima para Singapur). Pero no hace falta ir a comparacio­nes extremas. Si nuestras recesiones hubieran sido no como fueron sino, simplement­e, como las de nuestro vecino Uruguay, hoy tendríamos el PBI de España. Para ser un país desarrolla­do no hacían falta ni tasas chinas ni imaginarno­s como Australia ni tener la productivi­dad de Singapur.

Tal vez el problema de fondo, entonces, no está tanto en los detalles económicos, que por supuesto hay que atender, sino en nuestra falta de cooperació­n para resolver los problemas que nos aquejan.

Este punto se puede reforzar con un ejemplo del ámbito educativo: fuimos, desde la vuelta a la democracia en 1983, en múltiples años el país con mayor numero de protestas en relación a la educación de todo el mundo. Y de los países de America Latina, es en el nuestro donde las protestas tienen, en promedio, mayor duración. ¿Tenemos el peor sistema educativo del mundo? ¿Hay correlació­n entre el nivel de nuestro sistema educativo y la cantidad de paros? La respuesta, claramente, es no.

Las posiciones extremas son más fáciles de sostener cuando el sentido de nosotros es débil. Los esfuerzos son más difíciles de ser aceptados cuando lo que nos une es frágil. El futuro se juega en darnos cuenta de que solo podemos enfrentar las grandes deudas pendientes que tenemos, como país, con nosotros mismos. ■

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