Día de los muertos: la tradición perdida que resurge en la Ciudad
Costumbres. Hace décadas, cada 2 de noviembre los cementerios se llenaban de visitantes. Hoy son los inmigrantes bolivianos y mexicanos quienes retoman el rito.
El 2 de noviembre es el día para barrer bajo la alfombra todas las disputas, peleas, enfrentamientos y broncas familiares. Es el día en que bolivianos y mexicanos celebran el “regreso”, o la visita, de aquellas personas que fueron amadas, que son recordadas, y continúan vivas en la memoria de las familias. Por eso estos pueblos, durante el Día de los Muertos, festejan, comparten y celebran. En Buenos Aires, los bolivianos lo hacen en el Cementerio de Flores; y la comunidad mexicana hará un desfile de Catrinas en el Museo Fernández Blanco, y una exhibición hasta el próximo fin de semana.
¿Y los argentinos?, ¿cómo transitamos la muerte de un ser querido? “Para nosotros, en general, la muerte tiene que ver con el llanto, el drama, la oscuridad. Entre la forma en que conmemoran bolivianos y mexicanos, y como lo hacemos nosotros, habría que encontrar un punto medio. Que la muerte no sea tabú, pero tampoco un corso”, le dijo a Clarín Hernán Vizzari, experto en costumbres funerarias porteñas.
El año pasado, Vizzari participó de la conmemoración que llevan a cabo los deudos bolivianos en el Cementerio de Flores y quedó sorprendido por la fuerte custodia policial que había en el encuentro. “Se hacen controles hasta de la comida que llevan. Son miles de familias, en un encuentro pacífico. Pero nuestra mirada de esta conmemoración aún es muy prejuiciosa. El primer encuentro del que participé fue en 2011 y pude ver pequeñas orquestas de músicos. Por sus servicios, las familias les pagaban unas moneditas, una propina, algo para comer”, cuenta Vizzari.
En general, tocan música alegre o festiva. “Aquellos que no están acostumbrados, que van a llorar a un familiar, pueden verlo como una falta de respeto. Pero es la forma de darle la bienvenida al muerto que viene de visita ese único día del año. Viene a ver que todo está bien, que todos están en paz. Luego vuelve a su lugar. Por eso el cierre de la jornada se hace simbólicamente en el cementerio”, detalla el historiador. Como muchas cosas en la vida, la cultura signa la forma en que vemos las cosas.
Para los mexicanos, la tradición tiene bases muy parecidas. Y han hecho de ella un sello distintivo. En todo el país, los festejos arrancan con desfiles en las calles. Y en algunas localidades muy tradicionales, como Oaxaca o la Ciudad de México, sólo por dar dos ejemplos, llegan miles de turistas de todo el mundo. La Catrina es uno de sus símbolos: una dama - calavera, vestida con polleras y ropas tradicionales, y sombrero de ala ancha. Cuenta la historia que fue el muralista Diego Rivera quien terminó por catapultarla a la fama, cuando la retrató en su famosa obra “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, cuadro en el que también se pintó a si mismo y a Frida Kahlo.
En Argentina, según datos del Instituto de los Mexicanos en el Exterior, hay unos 7.000 mexicanos radicados. Y claro que también conmemoran este día. Desde hace 20 años organizan actividades para que los vecinos conozcan más sus tradiciones y las compartan.
Aunque se trata de una celebración indígena, está muy vinculada con las conmemoraciones católicas del Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos. En la Argentina hubo también una época en que la Policía tenía que organizar la salida y la entrada de gente a los cementerios en estas fechas. Hasta hace 30 años, llegaban hasta 200.000 personas. Y, como tradición, estaba casi prohibido entrar sin un ramo de flores. Sin embargo, hoy los pasillos se ven casi desiertos, como un día cualquiera.
Y este cambio de costumbres queda reflejado también en el aumento de las cremaciones, por las que opta entre el 35% y el 40% de los familiares de los difuntos. Así, es menor la cantidad de gente que tiene una tumba para recordar a su ser querido. Al mismo tiempo, casi la mitad de las bóvedas del cementerio no tienen quién las mantenga. Todos símbolos de un rito de otro tiempos que ahora se reactiva con las comunidades extranjeras en Buenos Aires. ■