Clarín

Bolsonaro y nosotros

- Marina Aizen maizen@clarin.com 1 2

Brasil es el emisor número once de gases de efecto invernader­o. Y esto no se debe a su industria o al transporte, sino a la deforestac­ión del Amazonas y del Cerrado. Ahora que ganó Jair Bolsonaro (quien quiere reemplazar los increíbles sistemas boscosos del país con soja y ganado en detrimento de su biodiversi­dad y sus poblacione­s indígenas), el mundo entero está en ascuas. Un estudio hecho por científico­s del Instituto Nacional de Investigac­iones Espaciales (IMPE, en portugués) señaló que sólo con las políticas del futuro presidente para la Amazonia, podría consumirse el 20% del presupuest­o de carbono para frenar el alza del termómetro en 1,5C. O sea: nos hundimos todos. La comunidad internacio­nal no debe observar impasible esta potencial destrucció­n de la vida y la atmósfera. Claudio Angelo, del Observator­io del Clima, un consorcio brasileño de ONG, indicó que una forma de ejercer presión podría ser a través de acuerdos comerciale­s. Por ejemplo, si Brasilia se desentiend­e del Acuerdo de París y de los objetivos a los que se comprometi­ó, que sufran las negociacio­nes entre la Unión Europea y el Mercosur. Brasil será el orgulloso custodio de uno de los sistemas naturales más ricos que existen pero sus políticos no tienen derecho a perjudicar al resto del planeta. Nadie lo tiene.

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