Clarín

La mancha negra

Derrame de petróleo en Vaca Muerta Cómo trabajan para atenuar el impacto

- Vanesa López valopez@clarin.com

Un vuelo de Buenos Aires a Neuquén. Un viaje en auto -de una hora y cuarenta minutos- por una ruta poco amigable. Una parada en el pueblo de Añelo, con sus calles rojas de arcilla. Y un recorrido en camioneta de diez kilómetros repletos de controles de seguridad. Todo eso fue necesario para llegar al yacimiento petrolero que es noticia desde que -en la madrugada del 19 de octubre- un derrame afectó 30 hectáreas de terreno.

La formación Vaca Muerta tiene una superficie de 30 mil kilómetros cuadrados; de ellos, YPF tiene la concesión de 12 mil. En la zona también hay yacimiento­s de Shell, Techint, Total y Pan American Energy.

Vaca Muerta es la principal formación en la Argentina de “shale” o roca de esquisto. Es una piedra que está a 3.000 metros de profundida­d. Como esta roca tiene baja permeabili­dad, se requiere el uso de nuevas tecnología­s para extraer de ella el petróleo y el gas que contiene.

Aquí todo está a kilómetros de todo. Luego de atravesar una barrera de acceso, se asciende por un camino hasta llegar a la “Gerencia no conven- cional”, con oficinas, gimnasio y comedor para los empleados -unos 450 directos y 4.000 de contratist­as- que viven en Neuquén, Centenario, El Chañar, o la más cercana Añelo, y que llegan en camionetas de la compañía.

En ese lugar los responsabl­es de Ambiente de YPF recibieron a Clarín. “Este tipo de emergencia­s son de muy baja frecuencia. Pero, obviamente, si ocurren tienen consecuenc­ias”, asumieron. El derrame se desencaden­ó en a las 0.15 del 19 de octubre.

¿Cómo se originó? Es una incógnita que, por ahora, la empresa no responde. “Lo está abordando un equipo de investigac­ión, con gente espe- cialista, que está tratando de determinar qué pasó”, señalan. Tampoco aclaran los motivos del incidente. “Hay que ser muy cautos, porque puede ser una causa o pueden ser varias causas pequeñas que desembocar­on en una mayor”, indican.

Ocurrió en el yacimiento Bandurria Sur, más específica­mente en la “Caverna 26”. Era un pozo explorator­io, que tenía cerca de 3.000 metros de profundida­d, en forma vertical. Se estaba extrayendo un pedazo de roca, una muestra testigo, que los geólogos iban a estudiar.

Del pozo salió gas, petróleo y lodo. En total, el derrame se extendió en unas 30 hectáreas. “Hay cinco hectáreas de alto o mediano impacto y 25 hectáreas de mínimo impacto”, calculan. Los efectos son muy fuertes en las cercanías del pozo y se hacen menores al alejarse del foco de emisión. “Es como un spray que apretás y que el viento traslada”, explicaron en YPF el modo en que se esparció el material expulsado.

La zona del derrame está en su máximo estado de seguridad. Por eso, antes de acceder, el equipo de Clarín tuvo que ponerse un traje ignífugo, botas y casco. A unos 600 metros de la zona “caliente”, exigen dejar los celulares y equipos electrónic­os en una bolsa, porque pueden explotar. No se puede acceder con encendedor­es y está prohibido fumar.

“En un principio podría haber generado un incendio. Tuvimos que rogar que no se generara. En una situación como esta hay altas chances, al principio, de que se prenda fuego”, explica a Clarín el equipo de bomberos y la unidad sanitaria, que está trabajando en la zona.

“La gente tiene que dejar algunos objetos en la entrada porque todavía está la posibilida­d de fuego, porque es inflamable, y el calor contribuye”, agregan los bomberos, señalando el cielo soleado. “Nos favoreció que estos días estuvo nublado, con lluvia, porque si hay calor se evapora todo y es peligroso”, continúan.

El grupo de bomberos recuerda cómo fue aquel 19 de octubre. “En ese momento, por la una de la madrugada, estaba el pozo en descontrol, perdiendo líquido y gas. Había gente mojada con fluido y se los llevaron. Hicimos el recuento de personal, estaban todos bien”, comentan. En ese momento, había 25 personas trabajando en el lugar.

Luego, crearon unas piletas para contener el petróleo y controlar la emergencia. Avisaron a un puestero que tiene vacas para que las retire del lugar, y pusieron un alambrado para que los animales de la zona (zorros, liebres y martinetas) no ingresen a la zona afecata.

El plan de saneamient­o ya está en marcha. “Se recuperó un 80% del líquido, que era nuestra prioridad”, cuentan los responsabl­es de ambiente de la empresa. Calculan que el proceso de limpieza va a demandar ocho meses, “pero la idea es hacerlo lo antes posible”, sostienen.

A unos 500 metros del pozo -lo más que es posible acercarse- se montó una instalació­n con gacebos y lockers. Se ven tres de los siete camiones que “chupan” el petróleo derramado. Está sobrevolan­do un dron para relevar la superficie de la zona. En total hay 120 personas trabajando en el terreno. Van y vienen, en pequeños grupos, algunos con los mamelucos manchados. Al petróleo lo están sacando con bombas y luego lo van a reutilizar. Se va a hacer un tratamient­o de biorremedi­ación. Piensan volver a sembrar toda la tierra y la flora impactada. ■

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Bandurria Sur. Allí estuvo Clarín junto a bomberos y petroleros.
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FOTO: YAMIL REGULES. DIARIO RIO NEGRO La mancha negra desde el aire. En tono muy oscuro, las cinco hectáreas más afectadas por el derrame. Al lado, el campamento de operarios.

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