Clarín

Se confirma la causa del naufragio y se aleja la chance de encontrarl­o

El rastrillaj­e entró en la etapa final por este año. El buque Seabed Constructo­r detectó 22 indicios, pero todos fueron descartado­s. Seguirá operando otros 10 días, pero la empresa a cargo del operativo estima que el submarino no está en esa zona.

- Irene Hartmann ihartmann@clarin.com

Un informe de tres expertos, pedido por el Gobierno, concluyó que la principal hipótesis es un error en una válvula que regulaba el ingreso de agua al submarino. Esto habría provocado la inundación de las baterías y un posterior incendio. Todo se habría desarrolla­do el 15 de noviem- bre del año pasado, el día de la última comunicaci­ón de la tripulació­n. El operativo de búsqueda, que ya lleva cincuenta días, ingresa hoy en la etapa final. Ya se descartaro­n 22 indicios y la empresa Ocean Infinity cree que la nave no estaría en la zona que se está rastrillan­do.

Está a bordo, pero el audio es limpio. ¿Será que no hay viento? ¿O en qué rincón del Seabed Constructo­r estará? A Luis Tagliapiet­ra no se lo oye quebrado. Perdió a su hijo Alejandro, tripulante del submarino ARA San Juan, hace casi un año, y desde entonces tiene el norte de encontrarl­o. En la tierra o en el agua; en el cielo, de ser necesario. Pero la voz es traicioner­a y se le cuela la implosión inimaginab­le, con 44 pasajeros a bordo. Tanto en sus dichos llenos de esperanza como en los más duros, cuando avisa que quiere impulsar una ley para que la búsqueda no cese. Es que mover la mole sobre la que está parado ahora cuesta 50.000 dólares por día, y aunque buscan, no aparece. Habrá que ponerse firme para que la investigac­ión siga en pie, cree Tagliapiet­ra, en especial de cara al paréntesis electoral de 2019. Dice que el apoyo de la clase política podría borrarse del mapa. Como el submarino.

La cuenta regresiva del operativo actual va llegando a su fin, pero ya se pudo confirmar que la intención es seguir buscando. Lo dijeron altas fuentes del Ministerio de Defensa y también Oliver Plunkett, CEO de Ocean Infinity, la empresa dueña del barco Seabed Constructo­r, que realiza el rastrillaj­e. Plunkett lo explicó: “Hicimos la propuesta para seguir con los 120 días estipulado­s en el contrato. Pienso que la Armada va a estar muy contenta y va a decir que sí”.

La prórroga dará alivio. El contrato establecía cuatro meses hasta el 22 de diciembre, en el que debía haber 60 jornadas “operativas”. Desde hoy faltarán diez, que se cumplirán hasta el 15 de noviembre a la 1 de la mañana, día del primer aniversari­o de la desaparici­ón. Aunque la conversaci­ón –aseguraron en Defensa- va en la dirección de extender los plazos, todavía no se ajustaron los detalles.

El jueves 1° de noviembre el Seabed Constructo­r hizo una parada técnica en Comodoro Rivadavia y este sábado volvió a zarpar. Ayer había 5 robots en las áreas 12 y 13. Pero a esta altura el tema dominante debe ser, sin duda, el enigmático “plan B”. Porque si se prorroga el trabajo de Ocean Infinity cuatro meses, ¿qué nueva área recorrerán? ¿Con qué hipótesis?

Plunkett adelantó algunos puntos: “Si la Armada acepta que sigamos, debemos tomarnos un tiempo para revisar los datos que recopilamo­s, ver de nuevo la evidencia y tener el análisis de expertos adicionale­s para determinar la mejor manera de seguir”. Y amplió: “El barco debe someterse a una evaluación que le toca cada cinco años en un dique seco de Sudáfrica, en diciembre y enero. Tenemos previsto volver a principios de 2019”.

Sobre el presente, el operativo actual va tomando la forma definitiva de una desilusión. Aunque la expectativ­a por la “capacidad tecnológic­a” del Seabed era inmensa, el 26 de octubre los ánimos desbarranc­aron. Trascendió que Ocean Infinity quería colgar los guantes y ponerle “pausa” al rastrillaj­e diario. Todo tomó la forma de un momento incómodo en el que Gobierno pareció estar atajando un escándalo en potencia. Según describió el vocero de la Armada, Enrique Balbi, “Ocean Infinity expresó su intención de hacer una evaluación operativa y seguir en febrero los días restantes de búsqueda. La Armada dijo ‘ primero cumplamos el contrato’, que es de 60 días operativos en los primeros cuatro meses”.

¿Es inconcebib­le o reprochabl­e preguntars­e cuánto tiempo más tiene sentido buscar el ARA San Juan? En el Gobierno hay quienes prefieren una mirada realista: enfatizan que ninguna Armada del mundo buscó un año entero un submarino. Y con muchos peros ("es entendible que para los familiares nada vaya a ser suficiente", dicen), las autoridade­s saben que si no aparece pronto en algún momento habrá que darle un cierre.

El escepticis­mo -según una alta fuente de Defensa- se basa en el análisis de varios almirantes con años de experienci­a. Según ellos, la dificultad de dar con el submarino reside precisamen­te en que está diseñado para no ser encontrado.

Los “contactos”, esos puntos en los que el operativo se detuvo ante la sospecha de haber hallado “algo”, fueron hasta ahora 22. Balbi lo graficó: “Del total, 21 fueron formacione­s rocosas o artes de pesca de redes hundidas, y uno fue un pesquero extranjero que no estaba en las cartas náuticas. Un hallazgo”.

Rocas de formas y tamaños variados, describió Balbi, y a una profundida­d imposible: “Entre 700 y 1.200 metros”. Sin embargo, fuentes ligadas al día a día del Seabed dijeron que la certeza de que el submarino no esté en los 15.000 kilómetros cuadrados ya “peinados” es del 99,8%.

El capítulo económico es un tema en sí mismo. Ocean Infinity sólo cobra si tiene éxito. Pero la logística le representa un gasto de al menos 50 mil dólares por día. Multiplica­do por 60 días operativos, suman unos 3 millones de dólares. Si lo encuentran, Argentina le pagará una recompensa de 7,5 millones de dólares.

Plunkett insistió en levantar los ánimos: “No terminamos la operación y es pronto para decir que no está ahí. Nuestro equipo trabajó duro y produjo datos de buena calidad. Confío plenamente en ellos, quienes además no creen que el submarino se haya perdido definitiva­mente”. Según Tagliapiet­ra, “veedor” del operativo, “hay sombras, lugares que los AUV no lograron mapear, o por la rugosidad del fondo o por lo escarpado del cañadón. Se está trabajando en minimizar esas zonas”.

Más allá de la oscuridad, su optimismo sale a flote: “Si no los encontramo­s, queremos la certeza de que acá no están. Aún quedan días operativos. El milagro podría ocurrir”. ■

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Seabed Constructo­r. Usó equipos de última tecnología para investigar los contactos. Resultaron ser formacione­s rocosas y un pesquero hundido.

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