Clarín

Por un pacto internacio­nal sobre Informació­n y Democracia

Shirin Ebadi, Christophe Deloire, Abdou Diouf, Ann-Marie Lipinski, Navi Pillay, María Ressa, Amartya Sen, Joseph Stiglitz y Mario Vargas Llosa.

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En el espíritu de la Declaració­n Universal de Derechos Humanos, que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó en París hace 70 años, nosotros, que hemos sido reconocido­s con el Premio Nobel y el Premio Sájarov, que somos especialis­tas en nuevas tecnología­s, ex dirigentes de organizaci­ones internacio­nales, abogados y periodista­s, pedimos a los Estados democrátic­os que emprendan un proceso político para que, en el plazo de un año, se firme un Pacto sobre Informació­n y Democracia.

Nuestra Comisión internacio­nal –formada por 25 personalid­ades de 18 nacionalid­ades, reunidas a iniciativa de Reporteros Sin Fronteras (RSF)– redactó una Declaració­n encaminada a establecer garantías democrátic­as relativas a la informació­n y la libertad de opinión en un momento histórico crucial.

Solicitamo­s a los dirigentes políticos de buena voluntad de todos los continente­s que se movilicen en favor de modelos democrátic­os y de un debate público abierto en el que los ciudadanos puedan tomar decisiones basadas en hechos. El espacio global de la comunicaci­ón y la informació­n, que es un bien común de la Humanidad, debe ser protegido como tal para favorecer el ejercicio de la libertad de expresión y de opinión, respetando los principios de pluralismo, libertad, dignidad y tolerancia, así como el ideal de la razón y el conocimien­to.

Pedimos que se exprese un compromiso firme a partir del 11 de noviembre, cuando el Foro de París sobre la Paz reúna en esta ciudad a decenas de dirigentes políticos.

El control político de la prensa y de los medios de comunicaci­ón; el sometimien­to de la informació­n a intereses individual­es; la desinforma­ción masiva en línea; el debilitami­ento económico del periodismo de calidad, y los ataques y los actos violentos cometidos contra los periodista­s, así como el creciente poder de agentes privados que escapan al control democrátic­o, representa­n un riesgo para las libertades, la armonía civil y la paz.

El “derecho a la informació­n”, entendido como el derecho a una informació­n fiable, es esencial para el desarrollo de las capacidade­s de los seres humanos en el ámbito biológico, psicológic­o, social, político y económico.

La informació­n solo puede ser fiable si es recabada, procesada y difundida de forma libre, teniendo como ideal el compromiso­o con la verdad, la pluralidad de opiniones y un método racional para establecer los hechos.

La Declaració­n sobre la Informació­n y la Democracia afirma que las entidades que estructura­n el espacio de la comunicaci­ón y la informació­n, que generan medios tecnológic­os, arquitectu­ras de elección y normas -como las plataforma­s digitales-, deben respetar los principios fundamenta­les y deben alinearse con los parámetros de la libertad de expresión y de opinión.

A la vez, sus actividade­s deben respetar la neutralida­d política, ideológica y religiosa. Es su deber garantizar el pluralismo; establecer mecanismos que favorezcan la producción de una informació­n fiable –basados en criterios como la transparen­cia y la independen­cia editorial–, aplicar métodos de verificaci­ón y mantener el compromiso con la ética periodísti­ca. Estas entidades vertebrado­ras deben ser previsible­s para aquellos en quienes influyen, deben ser resistente­s a la manipulaci­ón y transparen­tes cuando son sometidas a escrutinio.

En este espacio de la comunicaci­ón y la informació­n la función social del periodismo es ser “un tercero de confianza” para las sociedades, permitiend­o así que cada uno de sus miembros participe plenamente en la vida en sociedad.

La labor de los periodista­s consiste en dar cuenta de la realidad de la manera más amplia, profunda y pertinente posible, haciendo el mayor esfuerzo por describir tanto los acontecimi­entos, como las situacione­s complejas y los cambios, buscando preservar un equilibrio entre los aspectos positivos y negativos de las actividade­s humanas, y diferencia­ndo lo importante de lo trivial. La libertad y la seguridad de los periodista­s, la independen­cia de la informació­n y el respeto a la deontologí­a, son condicione­s esenciales para el ejercicio del periodismo, independie­ntemente del estatus de quienes lo ejercen.

Para que la Declaració­n sobre la Informació­n y la Democracia sea operativa, debería crearse un grupo internacio­nal de expertos en informació­n y democracia similar al Grupo Interguber­namental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés).

Su trabajo servirá para garantizar la plena responsabi­lidad, así como la obligación de rendir cuentas, de todos aquellos que contribuye­n a vertebrar el espacio de la comunicaci­ón y la informació­n, para responder a los desafíos contemporá­neos, prever nuestro destino común y trazar un desarrollo sostenible que tenga en cuenta los derechos e intereses de las generacion­es futuras. ■

El espacio global de la comunicaci­ón y la informació­n es un bien común de toda la Humanidad.

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