Aprobar el Presupuesto no es convalidar al Gobierno
Sque el Presupuesto 2019 debe ser aprobado, y no por ser virtuoso. Su rechazo provocaría otra crisis dentro de la crisis: nueva fuga hacia el dólar, elevación de la tasa de interés y más inflación. Posible caída del financiamiento del FMI, mayor desempleo y pobreza. La media sanción en Diputados, con participación de parte de la oposición, es un avance para evitar este escenario.
Esto no significa convalidar los groseros errores económicos de este gobierno: aquellas metas de Inflación, en una economía bimonetaria y con fuerte desequilibrio de precios relativos, fueron la muestra ingenua y poco realista de salir de una economía inflacionaria con elevados déficits gemelos y excesivos controles y distorsiones. Se minimizó el problema de la restricción externa o se creyó superable a costa del endeudamiento permanente. Volvieron a convertir la deuda en problema. Una alternativa al gobierno de Cam- biemos no debe sustentarse en un agravamiento de la situación económica. Haría imposible debatir el rumbo del postergado desarrollo argentino. Las urgencias de la crisis y la aceleración del deterioro social serían prioridad en la agenda. El próximo gobierno enfrentaría más riesgos y dificultades.
Los problemas económicos del país son un tema no resuelto por nuestra democracia. Si hasta mediados de los 70 crecíamos y la pobreza y el desempleo eran sustancialmente menores, es evidente que el fracaso comprende los 8 años de dictadura y los casi 40 de democracia. Incluyo al gobierno iniciado en 1973 y los que sucedieron a la dictadura de 1976. Hubo pocos períodos, por ejemplo 2003/2008 en que el país creció con fundamentos sólidos, ayudado por condiciones irrepetibles.
Los que tuvimos participación en la cosa pública, aún con distinto nivel de decisión, somos responsables de esta realidad. No me refiero sólo a los dirigentes políticos.
Es necesario enumerar algunas cuestiones, base para un programa de gobierno y que deberían contar con un importante consenso.
Una macroeconomía sana no es suficiente para alcanzar un desarrollo sustentable y equitativo; así como el crecimiento con distorsiones tiene poca vida, el equilibrio de las cuentas públicas no produce per se una mejora en el bienestar del pueblo. La corrupción es un problema central. Los políticos tenemos la obligación de demostrar que el móvil de la acción política no es el beneficio personal sino la preocupación por la comunidad.
La incorporación de todos los jóvenes en un plano de mayor igualdad y la demanda de un mundo competitivo nos exigen una educación inclusiva y de calidad, con participación de gobiernos y todos los actores sociales. Se necesita mucho más que un 30% de aceptación ciudadana para revertir la realidad actual, es tarea casi imposible en un país dividido e irreconciliado. De lo que se trata es de tener cierta visión compartida de la Argentina y un acuerdo estratégico para alcanzarla. ■