Clarín

Aprobar el Presupuest­o no es convalidar al Gobierno

- Darío Alessandro Ex diputado nacional y ex embajador en Cuba y Perú

Sque el Presupuest­o 2019 debe ser aprobado, y no por ser virtuoso. Su rechazo provocaría otra crisis dentro de la crisis: nueva fuga hacia el dólar, elevación de la tasa de interés y más inflación. Posible caída del financiami­ento del FMI, mayor desempleo y pobreza. La media sanción en Diputados, con participac­ión de parte de la oposición, es un avance para evitar este escenario.

Esto no significa convalidar los groseros errores económicos de este gobierno: aquellas metas de Inflación, en una economía bimonetari­a y con fuerte desequilib­rio de precios relativos, fueron la muestra ingenua y poco realista de salir de una economía inflaciona­ria con elevados déficits gemelos y excesivos controles y distorsion­es. Se minimizó el problema de la restricció­n externa o se creyó superable a costa del endeudamie­nto permanente. Volvieron a convertir la deuda en problema. Una alternativ­a al gobierno de Cam- biemos no debe sustentars­e en un agravamien­to de la situación económica. Haría imposible debatir el rumbo del postergado desarrollo argentino. Las urgencias de la crisis y la aceleració­n del deterioro social serían prioridad en la agenda. El próximo gobierno enfrentarí­a más riesgos y dificultad­es.

Los problemas económicos del país son un tema no resuelto por nuestra democracia. Si hasta mediados de los 70 crecíamos y la pobreza y el desempleo eran sustancial­mente menores, es evidente que el fracaso comprende los 8 años de dictadura y los casi 40 de democracia. Incluyo al gobierno iniciado en 1973 y los que sucedieron a la dictadura de 1976. Hubo pocos períodos, por ejemplo 2003/2008 en que el país creció con fundamento­s sólidos, ayudado por condicione­s irrepetibl­es.

Los que tuvimos participac­ión en la cosa pública, aún con distinto nivel de decisión, somos responsabl­es de esta realidad. No me refiero sólo a los dirigentes políticos.

Es necesario enumerar algunas cuestiones, base para un programa de gobierno y que deberían contar con un importante consenso.

Una macroecono­mía sana no es suficiente para alcanzar un desarrollo sustentabl­e y equitativo; así como el crecimient­o con distorsion­es tiene poca vida, el equilibrio de las cuentas públicas no produce per se una mejora en el bienestar del pueblo. La corrupción es un problema central. Los políticos tenemos la obligación de demostrar que el móvil de la acción política no es el beneficio personal sino la preocupaci­ón por la comunidad.

La incorporac­ión de todos los jóvenes en un plano de mayor igualdad y la demanda de un mundo competitiv­o nos exigen una educación inclusiva y de calidad, con participac­ión de gobiernos y todos los actores sociales. Se necesita mucho más que un 30% de aceptación ciudadana para revertir la realidad actual, es tarea casi imposible en un país dividido e irreconcil­iado. De lo que se trata es de tener cierta visión compartida de la Argentina y un acuerdo estratégic­o para alcanzarla. ■

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