Los obispos, muy críticos y a la defensiva
Monseñor Ojea habló de la crisis, del clima de “crispación” y dijo que los ataques a Francisco “no tienen precedente”.
En la apertura del plenario del año, el presidente del Episcopado, Oscar Ojea, habló de crisis, malhumor social y de una convivencia crispada. Y denunció que el Papa y la Iglesia están sufriendo “ataques sin precedentes desde dentro y desde fuera”.
En el primer pronunciamiento desde lo más alto de la pirámide eclesiástica tras el inicio del severo ajuste que lleva adelante el Gobierno, el presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, advirtió ayer que “la crisis social y económica que golpea a todo el pueblo argentino va resintiendo la confianza en la dirigencia política, aumentando el mal humor social, el enojo y la intolerancia que hace muy crispada la convivencia”. Por otra parte, denunció que el Papa Francisco y la Iglesia en el país están sufriendo “ataques desde dentro y desde fuera de la Iglesia que no tienen precedentes”. A la vez que formuló recomendaciones al clero para afrontar problemas “que nunca nos habíamos imaginado que íbamos a tener delante”.
Los severos cuestionamientos los formuló Ojea durante la homilía de la misa de apertura del segundo y último plenario del año de los obispos de todo el país, que sesiona esta semana en la casa de retiros El Cenáculo, en Pilar. Y se producen luego de que la Iglesia fuera criticada por una misa que ofició el arzobispo de Mercedes-Luján, Agustín Radrizzani, frente a la basílica a pedido de gremios críticos del Gobierno y que contó con la presencia de Hugo y Pablo Moyano. Las críticas alcanzaron al propio Francisco por su supuesto apoyo, pese a que Ojea y Radrizzani negaron de modo reiterado la injerencia del Papa en la celebración.
Durante el cónclave los prelados darán pasos decisivos hacia la renuncia al aporte económico del Estado a la Iglesia, que este año ronda los 130 millones de pesos, una suma que constituye apenas el 7 % de su presupuesto, pero que suscita críticas de quienes consideran que la institución debe sostenerse con la contribución de sus fieles. La prescindencia de esos fondos cobró impulso tras el debate por la legalización del aborto, cuando sectores que apoyaban la ley reclamaron la “separación” de la Iglesia del Estado. Desde entonces la está estudiando una comisión Gobierno-Episcopado.
Ojea dedicó su homilía a trazar un panorama de la situación del país y de la Iglesia desde su perspectiva, y proponer las respuestas que debe dar la institución. “Estamos terminando un año sumamente difícil”, comienza diciendo. Y señala a renglón seguido: “Muchos acontecimientos que hemos vivido en los últimos meses nos han provocado perplejidad, y al mismo tiempo nos plantean grandes desafíos pastorales para ser iluminados a la luz del Evangelio. Son situaciones complejas y conflictivas, que esconden un mensaje que tenemos que descubrir”.
Al hacer una enumeración de esos acontecimientos, Ojea menciona “la habilitación del debate sobre el aborto y su repercusión en muchos de nuestros jóvenes, incluso de nuestros colegios y comunidades a quienes hemos visto tomando partido con su pañuelo verde”. También cita “el fenómeno de las apostasías que apareció posteriormente”. Y “las denuncias de abusos que aumentan el dolor en lo más profundo del corazón de la Iglesia”.
Además, puntualiza que “hemos sido testigos también de ataques a la persona del Santo Padre desde dentro y desde fuera de la Iglesia de un modo que no tiene precedentes, lo que genera la escasa difusión de su pensamiento y de su prédica”. Y considera que “esto se extiende a la Iglesia toda, ya que parecería que decir algo bueno sobre ella no es políticamente correcto. Todo esto lo hemos vivido en medio de una crisis social y económica que golpea a todo el pueblo argentino”. ■