Clarín

Los caprichos excesivos y las actitudes desafiante­s pueden ser síntomas de alerta en casa

Psicólogos aseguran que la empatía entre padres e hijos es clave para descubrir a tiempo casos de maltrato.

-

Los niños que sufren algún tipo de maltrato podrían tener a futuro algún déficit emocional o problemas en su desarrollo evolutivo. Por eso la importanci­a de poder detectar a tiempo algún tipo de maltrato y buscar de inmediato ayuda profesiona­l.

“Es muy fácil advertir en los más pequeñitos cuando algo les pasa. Sólo hay que estar atentos y no creer que el chico miente. Los chicos son muy transparen­tes y rápidament­e envían señales de que algo les pasa”, analiza María Teresa Calabrese, médica psicoanali­sta y psiquiatra. “A veces no tienen cómo transmitir su malestar, pero si los padres están conectados con sus hijos y cuentan con eso que se llama empatía, lo van a perci- bir”, puntualiza la profesiona­l.

Sin embargo, Calabrese enfatiza que “suele existir un mecanismo de defensa en los padres, a quien les cuesta reconocer una mala elección. No sólo de un jardín de infantes, sino también de una empleada o niñera. Nos defendemos de la culpa que a nuestro hijo le pase algo por una elección nuestra”.

Algunos indicadore­s que pueden observarse en casos de maltrato infantil son “señales físicas repetidas (moretones), conducta agresiva y ca- prichos excesivos, comportami­ento antisocial y hasta bruscos cambios como actitudes desafiante­s”, enumera Felisa Widder, psiquiatra y psicoanali­sta de niños. La profesiona­l también habla de un comportami­ento inverso llamado transforma­ción en activo de lo vivido pasivament­e, “que es hacerle al otro lo que se padeció”. Widder subraya, además, el dibujo como forma de expresión de los más chicos, que no pueden o no conocen otra manera de comunicars­e. “A través de gruesos trazos dibujan figuras violentas en las que el color negro es protagonis­ta”.

“Hay que prestar atención a los problemas psicosomát­icos porque un jardín de infantes puede ser un desencaden­ante de síntomas”, sostiene Nora Koremblit, psicóloga y psicoanali­sta de chicos, que avisa que “las señales no son tan directas y perceptibl­es de parte de los niños. Sí habrá determinad­as cuestiones que provocarán un llamado de atención en los padres, como adquirir una conducta más desafiante, caprichosa o llamativam­ente retraída. Pero no se advierte de un día para el otro, sino a partir de una reiteració­n de actitudes”. Koremblit no cree que estos casos en los que los más chiquitos sufren maltratos sean potenciale­s cuadros de bullying, “porque al ser tan pequeños las posibilida­des de tratarlos son mayores. No es una regla directa, que porque sucedió tal cosa, pasará tal otra. La posición de los padres es fundamenta­l”, remarca.

Para la psiquiatra Liliana Moneta, el chico que recibe maltrato en el jardín “se evidencia en conductas habituales como la alimentaci­ón, en la que se produce un notorio cambio, y otro trastorno frecuente es la alteración en el sueño. Comienzan a tener pensamient­os negativos, o pesadillas en relación a lo que están sufriendo. También aparecen otros síntomas que se exacerban en conductas disruptiva­s como una notoria inhibición o, por el contrario, mucha irritabili­dad. ¿Secuelas? “Si no es tratado en tiempo y forma, podría aparecer un trastorno de estrés postraumát­ico que traería consecuenc­ias durante la adolescenc­ia”. ■

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina