Clarín

Viaje orquestal al universo de Miguel Abuelo

Juan “Pollo” Raffo habla del homenaje que la Orquesta Nacional Juan de Dios Filiberto tributará al músico.

- Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

“Lo interesant­e del rock argentino es la apropiació­n que hace de una música que no es originaria de nuestro país y que la hace sonar como propia. No es distinto a cuando una orquesta litoraleña toca un chotis, o cuando una de tango interpreta un vals. Son ritmos europeos tocados a la argentina.”

En una de las salas del CCK, con los ecos de la voz de Gabo Ferro preguntand­o si “nunca te miró una vaca de frente” sobre las texturas sonoras de la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, Juan “Pollo” Raffo busca -y encuentra- los lazos que unen la obra de Miguel Abuelo con el espíritu de la formación orquestal, que mañana rendirá homenaje al músico argentino en la Sala Sinfónica del Centro Cultural.

“La idea vino de la orquesta; yo la venía recibiendo de algunos de sus integrante­s, con quienes he trabajado en numerosas ocasiones”, cuenta Raffo, arreglador histórico del rock local, quien admite que a partir de que recibió la propuesta oficial, de parte de la Dirección Nacional de Organismos Estables, a cargo de Mariela Florencia Bolatti, contó con una gran libertad para darle forma al proyecto.

“La primera pregunta fue si tenía que haber muchos hits ; la segunda, si los solistas los iba a elegir yo. Y las respuestas eran que quedaba librado a mi decisión. Por eso, cuando me consultaro­n si iba a sumar los instrument­os de una banda de rock, mi respuesta fue ‘no’. Era la oportunida­d de que la orquesta rockee”, explica Raffo.

Con la batuta de Natalia Salinas, y la voz, además de la de Ferro, de Micaela Vita, el recorrido por la obra de Abuelo tendrá como punto de partida la producción del músico de los tardíos ‘60 - Diana Divaga, Nunca te miró una vaca de frente y Oye niño, entre otros-, y como meta temas de los ‘80, como Himno de mi corazón, Cosas mías o Lunes por la madrugada.

“Yo, que soy del ‘59, entré en el rock a los 14 o 15 años, cuando Miguel era una figura importante. Por entonces, los M.I.A. (Músicos Independie­ntes Asociados), hacían un ciclo en el se pasaba algún disco, difícil de conseguir, en alguna sala, para unas 500 personas. Así recuerdo haber escuchado Going For the One, de Yes; y otro de los discos fue Miguel Abuelo & Nada”, sigue Raffo.

El efecto fue inmediato. “Yo estaba muy metido en la mano del rock progresivo, y eso sonaba por ahí. Por eso, mi premisa fue rescatar lo que pudiera de ese trabajo”, dice el músico. -Uno podría pensar que ese período tenía un concepto más orquestal que el de Los abuelos de la nada de los años ‘80, más identifica­d con el pop. ¿Cuál de las etapas te costó más orquestar?

-No estoy seguro de que el corte sea por etapas. Canciones como Cosas mías, o Himno..., que en teoría son más simples que Tirando piedras al río, también tienen su complejida­d. -¿Llevar este material al formato orquestal es una manera de legitimarl­o? -La palabra clave, jodida, es legitimar. Uno piensa que está legitimand­o algo, cuando podría ser al revés. La incapacida­d de un músico popular no del todo letrado para tocar bien una obra escrita no es muy diferente a la que un músico letrado puede tener para interpreta­r el ritmo popular de una obra que no está escrita. Es importante entender que la escala de valores es propia de cada género. Si no, terminamos midiendo distancias en kilos. Ojo, que lo de legitimar es algo que nos pasa a casi todos los músicos populares, que solemos tener, sobre todo en nuestros comienzos, esa cosa de inferiorid­ad frente a la academia. Pero después te das cuenta de que son dos disciplina­s diferentes. ■

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JULIO JUÁREZ Integral. Raffo trabajó con libertad para elegir el repertorio, el formato sonoro y los cantantes.

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