Clarín

Haciendo lo que se puede

- Politólogo (UB) Alexander Güvenel

Desde abril a estos días, la crisis económica puso a Mauricio Macri en la situación de tener que gobernar con la soga al cuello. La presión cambiaria, sumada a las medidas que se fueron tomando para “domarla”, condiciona­ron políticas públicas en marcha al tiempo que afectaron fuertement­e la actividad privada.

El financiami­ento por parte de los mercados internacio­nales de crédito tuvo un final abrupto y el coletazo de ello fue la prédica opositora escoriando sobre esa dificultad, en un camino de alta lógica política pero poca congruenci­a. Como suele decirse, el Gobierno recibe críticas por izquierda y por derecha, y usualmente por las mismas medidas.

A esto se suma la carga de una sociedad que se había acostumbra­do a un mercado cerrado pero estable y con atraso cambiario, a pagar tarifas de transporte y servicios públicos (en el AMBA) por un precio irrisorio, un sindicalis­mo embarcado en la lucha por la nominalida­d del salario y reacio a discutir productivi- dad y un sector empresaria­l acostumbra­do a la prebenda y la protección.

¿Exime todo esto al Gobierno de hacer su mea culpa? Por supuesto que no. Mucho se ha criticado su estrategia comunicaci­onal, su optimismo, la excesiva confianza en las capacidade­s internas y la ayuda exterior en un contexto internacio­nal que ya mostraba nubarrones desde comienzos del 2016. Lo cierto es que el salvataje pedido al FMI estuvo en la cabeza del Presidente mucho antes de que la situación se volviera crítica.

La agenda presidenci­al no era la que hoy domina su escritorio: poner el Estado al servicio del ciudadano, impulsar una reforma educativa que tenga presente las nuevas tecnología­s, fomentar la industria turística, recuperar lugares perdidos para el campo, desarmar la cultura corporativ­a, hacer una revolución en infraestru­ctura, desmontar la estructura de impuestos distorsivo­s. Todo fue relegado por la emergencia.

¿De qué se pierden los encuestado­res con las fotos que tomaron en estos meses? En principio, de la extrema sensibilid­ad social a datos positivos, los cuales mostraron que un leve repunte en las variables económicas repercute rápida y positivame­nte en la imagen presidenci­al. Estudios que se actualizan cada mes, como el índice de confianza de los consumidor­es que realiza la Universida­d Di Tella así lo han mostrado el pasado año.

Esto solo da un claro signo de que la voluntad de cambio sigue presente. Pero hay otros factores: la firme posibilida­d de llevar a término un gobierno luego de haber navegado aguas turbulenta­s; el fuerte rechazo de un sector de la sociedad a volver al populismo; una oposición fragmentad­a; una ex presidente que no ingresa a prisión sólo por la protección del cuerpo que la acoge; y candidatos en danza que registran un alto nivel de desconocim­iento o que vienen de atravesar elecciones muy adversas dan a Cambiemos una chance firme de revalidar la presidenci­a y con ello poder finalmente poner en práctica aquel slogan de gestión que promociona­ba estar “haciendo lo que hay que hacer”. ■

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