Clarín

Borges y su solicitada en plena dictadura

- Patricia Kolesnicov pkolesnico­v@clarin.com

“Ante la situación de angustiosa incertidum­bre por la que atraviesan los familiares de personas desapareci­das por motivos políticos y gremiales, nos solidariza­mos -por razones de ética y de justicia- con el reclamo que formulan padres, hijos, cónyuges, hermanos y allegados para que SE PUBLIQUEN LAS LISTAS DE LOS DESAPARECI­DOS

SE INFORME SOBRE EL PARADERO DE LOS MISMOS.”

Así, con estas palabras y estas mayúsculas salía, el 13 de agosto de 1980, plena dictadura, una solicitada. Se publicó en Clarín. Entre los firmantes estaba Jorge Luis Borges.

Quizás quienes conozcan las posiciones políticas del escritor se asombren por esta firma. El antiperoni­sta sin resquicios, el hombre que había dicho -¡en julio de 1976!- que “la democracia es un abuso de la estadístic­a”, el que aceptó la Gran Cruz de la Orden del Mérito de manos de Augusto Pinochet y que a dos meses del Golpe, en mayo de 1976, almorzó con Jorge Rafael Videla. Ese hombre pedía públicamen­te por los desapareci­dos en una carta que firmaba con él su amigo Adolfo Bioy Casares pero también el dirigente comunista Héctor Agosti, el intransige­nte Oscar Alende, el radical Raúl Alfonsín, el dibujante Hermenegil­do Sábat, el escritor Ernesto Sabato, la actriz Leonor Manso y los poetas Francisco Madariaga y Olga Orozco, entre otros.

“Borges era un escritor políticame­nte caliente, ardiente”, decía el es- critor Carlos Gamerro en Conversaci­ones en el laberinto, el programa que Claudia Piñeiro condujo en Canal Encuentro. “En la revisión del apoyo de Borges a la dictadura juega un papel importante la guerra de Malvinas”, dice Gamerro. Como si el escritor hubiera pensado que los militares se portaban como peronistas, por el nacionalis­mo.

Hay más: el 22 de julio de 1985 Jorge Luis Borges va al Juicio a la Juntas. Y escribe, para la agencia EFE: el hombre que testimonia­ba “hablaba con simplicida­d, casi con indiferenc­ia, de la picana eléctrica, de la represión, de la logística, de los turnos, del calabozo, de las esposas y de los grillos. También de la capucha. No había odio en su voz”. Después de una larga descripció­n y de considerac­iones la emprende contra la hipocresía de los militares: “Es de curiosa observació­n que los militares, que abolieron el Código Civil y prefiriero­n el secuestro, la tortura y la ejecución clandestin­a al ejercicio público de la ley, quieran acogerse ahora a los beneficios de esa antigualla y busquen buenos defensores”, escribe.

Hace unos días se volvió a publicar la carta que el autor redactó para Clarín a la vuelta de la democracia. El 22 de diciembre, decía: “Escribí alguna vez que la democracia es un abuso de la estadístic­a; yo he recordado muchas veces aquel dictamen de Carlyle, que la definió como el caos provisto de urnas electorale­s. El 30 de octubre de 1983, la democracia argentina me ha refutado espléndida­mente”. ■

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