“Las edades de Lulú”, de Grandes
El estaba ahí, con una bandeja llena de cosas, mirando cómo movía los labios, quizás incluso me había oído, pero no dijo nada, cruzó la habitación y se sentó delante de mí, con las piernas cruzadas como un indio. Pensé que iba a comerme, al fin y al cabo me lo debía, pero no lo hizo.
Me quitó las bragas, me atrajo bruscamente hacia sí, obligándome a apoyar el culo en el borde del sofá, y me abrió todavía más, encajándome las piernas sobre los brazos del sillón. -Venga, empieza, te estoy esperando.
-¿Qué quieres saber? -Todo, quiero saberlo todo, de quién fue la idea, cómo te pilló Amelia, qué le contaste a tu hermano, todo, vamos.
Tomó una esponja de la bandeja, la sumergió en un tazón lleno de agua tibia y comenzó a frotarla contra una pastilla de jabón, hasta que se volvió blanca.
Yo ya había comenzado a hablar, hablaba como un autómata, mientras le miraba y me preguntaba qué pasaría ahora, qué iba a pasar ahora. -Bueno… es que no sé qué decirte. A mí me lo dijo Chelo, pero la idea fue de Susana, por lo visto. -¿Quién es Susana? ¿Una alta, castaña, con el pelo muy largo? -No, ésa es Chelo.
-Ah, entonces… ¿cómo es Susana? -sumergió la esponja...