A la medida de los apocalípticos
Estoy un poquito angustiado porque se juega tanto, o nos parece que se juega tanto, que la confrontación ha adquirido un dramatismo inédito. Y entonces, es posible calcular que cualquiera que sea de los dos que pierda, muchísima gente va a estar muy triste y posiblemente muy enojada. Siempre hay alguna cosa que ha pasado, alguna discrepancia, algún fallo raro. Parece que fuera una mala noticia tener un partido tan significativo, tan a la medida de los apocalípticos. Me da un poco de miedo. Obviamente hay una locura que impulsa a las personas a no hablar otra cosa que no sea de esto. Lo que no hace más que preocuparme. Los periodistas deberíamos colaborar un poco con eso. No dramatizar lo que ya es dramático. Lo que lamento es que se haya producido esta conjunción planetaria que hace que justo se enfrenten Boca y River en un momento difícil del país. Es difícil minimizar las consecuencias en los fanáticos porque por el otro lado, hay una infinidad de publicaciones, programas, periodistas, que ha futbolizado el universo. ¿Con qué armas puede luchar uno para decir “no es para tanto”? Después tenes 127 programas que te dicen lo contrario. Hay que encontrarles a las vidas otro sentido. La única manera que me convenza de que Boca- River no tiene tanta importancia es encontrando en mi vida alguna otra cosa que sí la tenga. Pero si mi vida es tan desgraciada y al único consuelo que puedo aspirar es que gane River o Boca, no tiene sentido. Veo un poco mejor a Boca de lo que estaba hace dos meses. Parece que tuviera un poco más de energía y mejores resultados. O quizás Guillermo encontró una manera de jugar que es cambiando su mediocampo por uno más batallador que, no es tan vistoso, pero le está dando mejores réditos que cuando trataba de jugar y no lo conseguía. Recuerdo particularmente ese 5 a 2 a favor de Boca en el Metropolitano de 1974, con los goles de García Cambón. Y después cualquier partido que haya jugado Román tiene, a estas alturas, características de inolvidable. Hasta algunos que cada tanto eran sus detractores parecen haberse convencido de su verdadera dimensión.