Voces, reclamos y esperas de jubilados
• La lectora María L. Yuca preguntaba -en una carta publicada el 3/11/2018- a quién podía reclamar por la mala atención brindada por PAMI a través de su médico de cabecera. Refiere que los turnos son asignados los últimos lunes de cada mes, para ser asistida recién semanas después.
Tiene razón de que no se cumplen los postulados mínimos de atención primaria por su tardanza y de la imprescindible prevención de patologías que podrían ser diagnosticadas de manera prematura y ser tratadas adecuadamente. Hace mal en cambio en no mencionar el nombre del médico, porque dentro de las condiciones contractuales se estipula el otorgamiento del turno dentro de los tres días de solicitado, si no mediara urgencia.
Está equivocada además que el número de médicos es escaso. La lista de ellos está a disposición de los afiliados, estableciéndose una saludable competencia entre los profesionales, tanto por idoneidad, buen trato y adecuado ejercicio de la administración de los re- cursos personales. Otro error es referir “que no cambia al médico porque es muy bueno”, ya que no cumple con los requisitos de la obligación contractual y los principios mínimos del ejercicio profesional. • El 27/10/18 en esta sección Armando Torres Arrabal (75 años) escribió la carta titulada “La tercera edad debe ser una manera de encarar la vida, mejorándola”. Una de las mejoras podría ser que a partir de los 75 años a los ciudadanos que todavía pueden movilizarse (muy pocos) se les elimine la obligación de pagar boleto o pasaje en los distintos transportes (colectivos, subtes, micros de larga distancia).
La disposición dice, según los choferes, que se comienza a pagar desde los 3 o 5 años, pero nadie sabe hasta qué edad existe esa obligación. Estamos hablando de personas que, como mi señora o yo, de 82 y 85 años respectivamente, no poseemos carnet por invalidez o discapacidad alguna. Para estos casos, mi idea es que exista una SUBE para “jubilado por ancianidad” o en su defecto, que con el DNI a la vista fuese suficiente. Ha- ciendo memoria en vida, nadie nunca ha hablado de esta posibilidad. • El Gobierno debería normalizar la conducción de la ANSeS; tener en cuenta que el PAMI no cubre a la totalidad de los pasivos; cumplir las sentencias judiciales y no apelarlas; debería omitir interpretaciones maliciosas que perjudican al jubilado (por ejemplo, el cambio de fórmula para actualizar haberes). Además no debería prestar dinero de los jubilados a tasa inferior a la del mercado. Así cuidaremos a nuestros jubilados. • Los años pasan, los gobiernos también y los jubilados seguimos esperando que alguien decida sobre nuestras vidas o mejor dicho, que decida sobre los que nos resta de vida. Los jubilados nos damos cuenta que una vez alcanzado ese “estado de júbilo”, ya no le importamos a nadie más y si bien somos millones que votamos, a los gobernantes ya no les interesamos.
Ahora con la reparación histórica en realidad sólo se trata de reducir la deuda original del Estado con los jubilados verdaderos y aportantes (en su mayoría por más de 30 años), favoreciendo sólo a los que nunca aportaron o lo están haciendo por medio de una moratoria. Y lo que es peor, a algunos que no han trabajado.
Los jubilados debemos seguir esperando resoluciones de la Justicia, que le toca decidir nuestra suerte a manos de la Suprema Corte y del estado de ánimo de sus integrantes. No podemos tener muchas expectativas respecto a nuestro ¿futuro? Depende de ustedes, señores camaristas.