Clarín

Se traba la negociació­n por el Brexit y crecen las críticas a la premier británica en Londres

El negociador europeo, Michel Barnier, dijo que no hay avances pese a las intensas discusione­s. Y el gabinete de Theresa May, a su vez, amenaza con anular lo pactado.

- María Laura Avignolo mavignolo@clarin.com

Otra semana crucial para el Brexit y dos nuevas amenazas: la Corte Europea de Justicia tiene capacidad de sentenciar que el Brexit puede anularse, en un dictamen la semana próxima, y el llamado a un segundo referéndum de parte del ex primer ministro Gordon Brown. Con la advertenci­a de que Gran Bretaña podría reaplicar tras el Brexit, para ser nuevamente miembro de Europa, con otra propuesta ciudadana.

Una vez más, el gabinete de la primera ministra británica Theresa May amenaza con anular el plan que diseñaron en negociacio­nes, que terminaron a las 3 de la madrugada del lunes en Bruselas, en otro motín que une a pro europeos y “Brexitiers” raramente en este divorcio traumático.

El “draft” (borrador) de un acuerdo de separación, que mantiene la unión aduanera por un tiempo entre Gran Bretaña y la Unión Europea, está listo, según el negociador europeo Michel Barnier. Pero es políticame­nte imposible de aplicar hasta ahora, según le informó a sus pares. En esta guerra civil entre conservado­res, la primera ministra conservado­ra Theresa May no consigue el apoyo al plan de su gabinete, donde la bronca aumenta. Crece por hora la infelicida­d frente el paquete a aprobar.

Cuatro ministros estarían dispuestos a imitar al ministro de transporte, Jo Johnson, pro europeo y hermano del líder del Brexit, Boris, que dio un portazo y se fue inesperada­mente del gabinete la semana pasada, exigiendo un segundo referéndum, porque lo que el gobierno buscaba acordar no era lo que los británicos habían votado. Desde su columna en The Daily Telegraph, Boris Johnson llamó a los ministros a “un motín” en el gabinete y se enorgullec­e de coincidir con Jo, su hermano ministro, en el diagnóstic­o: “rendición” a Europa.

El “draft” del acuerdo podría ser tratado en el gabinete hoy, lo que permitiría que los líderes europeos pudieran discutir el Brexit en una cumbre al final de noviembre. Pero es un sueño imposible. Hay dos graves problemas: el primero es al acceso de los europeos a las derechos de pesca durante la transición y el plan de seguridad de no construir una frontera dura en Irlanda, cuando Gran Bretaña continúa siendo miembro de la unión aduanera europea en forma transitori­a. El negociador británico dijo, en la noche en Bruselas, que los barcos pesqueros pueden estar libremente en aguas británicas durante ese período. Pero esto es inaceptabl­e para otros tories en el gobierno. El otro punto de desacuerdo es qué mecanismo se va a aplicar para que Gran Bretaña puede retirarse de tal acuerdo aduanero.

Como si no bastara tanta confusión, ahora va a intervenir la Corte Europea de Justicia, un organismo aberrante para los tories británicos. Los negociador­es europeos quieren un rol automático, en una sentencia del tribunal, que decida si Gran Bretaña puede irse si un “comité conjunto”, con representa­ntes de ambos lados, puede no estar de acuerdo con ello. Gran Bretaña no quiere que esta corte tenga su palabra final. El miedo de los europeos es que la primera ministra May no pueda dar al jefe de las negociacio­nes, Olly Robbins, un claro mandato para cerrar un acuerdo en las próximas 48 horas, si el gabinete no frena su guerra interna y no se pone de acuerdo.

El Parlamento amenaza con no aprobar el acuerdo que May traiga de Bruselas, en rara unión de Brexitiers y pro europeos. John Wittinghal­e, ex secretario de Cultura, dijo a la radio BBC 4, que May se iría del gobierno si el acuerdo no pasa por el Parlamento "porque ella está jugando su credibilid­ad”.

El ex primer ministro laborista Gordon Brown lanzó este lunes una de las ideas más novedosas para encontrar un camino de salida. Sugirió que “una comisión real de gente”, que opere como un jurado ciudadano, desarrolle un plan alternativ­o del Brexit. “Nosotros tenemos que lidiar con las preocupaci­ones reales elevadas en el referéndum por la gente británica y que no han sido respondida­s. No podemos dividir un país sin hablarle, saliendo la nube de Westminste­r, entrando en diálogo con las regiones y naciones y comprometi­éndonos con la gente, en una conversaci­ón abierta sobre nuestro futuro, de una manera más sistemátic­a y constructi­va que la actual”, propuso.

Esta “conversaci­ón nacional” es un diálogo sobre temas delicados: desde la inmigració­n a la soberanía, su futuro económico, dándole una voz a la gente que no ha tenido hasta ahora. Cómo ejemplo citó la Asamblea de Ciudadanos en Irlanda, que diseñó la nueva ley de divorcio en el país. Pero no precisó cuánto tiempo el artículo 50, que detonó el Brexit, debe ser suspendido para que esto tenga lugar. Y al final de ese proceso, la convocator­ia a un segundo referéndum.

En medio de este drama, el secretario en las sombras del Brexit, el laborista Keir Starmer, dijo que “el Brexit puede ser detenido” y reiteró la posición de su partido de convocar “a un segundo referéndum”, que sucedió a la renuncia del ministro tory , Jo Johnson. ■

 ?? REUTERS ?? Ceremonia. La primera ministra británica Theresa May (centro) posa ayer, durante una cena de gala en Londres, junto al Lord Mayor Peter Estlin y su esposa.
REUTERS Ceremonia. La primera ministra británica Theresa May (centro) posa ayer, durante una cena de gala en Londres, junto al Lord Mayor Peter Estlin y su esposa.

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