Clarín

Frenética búsqueda de víctimas en los incendios forestales de California

Hay 31 muertos y 228 desapareci­dos. Casi todas las víctimas están en el norte del Estado, en la zona de Paradise.

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Día tras día, los equipos de rescatista­s y bomberos de California trabajan entre las casas en ruinas y los autos quemados. Buscan cuerpos y documentos de identidad. Los incendios que arrasan bosques y áreas pobladas ya provocaron 31 muertos, 228 desapareci­dos y 250.000 evacuados. En el norte , el incendio más grave, Camp Fire, destruyó áreas urbanas de Paradise y el lago Concow, donde vivían más de 27.000 personas. En el sur, el incendio Woolsey, que provocó 2 muertos y amenaza las zonas residencia­les de Malibú y Calabasas, parece controlado aunque hay 75.000 evacuados. Ayer lunes se rea- brió la autopista costera 101, una buena señal. Pero en Seminole Springs (al norte de Malibú) se quemó un barrio entero de casas rodantes. Allí vivió durante años Roger Kelly con su esposa y dos hijos. “Mi casa se salvó pero sólo se ven cenizas alrededor, duele, dan ganas de llorar”, dice Kelly. Un periodista de la agencia AP siguió la tarea cotidiana de los rescatista­s y bomberos cerca de Paradise. Es un paisaje lunar y los rescatista­s encuentran cerca de Lago Concow un cadáver. Es un hombre boca abajo, con las piernas quemadas entre dos camionetas. “Nunca te acostumbra­s, hay que enfrentar la realidad y cada uno tiene su manera de hacerlo”, admite uno de los policías del equipo. Paradise, a 140 km de Sacramento, estaba al pie de la Sierra Nevada pero desapareci­ó igual que los bosques cercanos. Allí el fuego Camp Fire destruyó 6.700 viviendas. En los últimos días este equipo de rescatista­s, formado por un policía del condado de Butte y dos del condado de Yuba, rastrilla la zona. Buscan cuerpos y no ha- blan, tampoco dan sus nombres. Hay personas desapareci­das pero aún es posible que algunas hayan encontrado refugio en sitios sin señal de telefonía y por eso no puedan informarlo a sus familias. Otras personas fueron atrapadas por el fuego, como el hombre del Lago Concow, pero es pronto para saber si murió por el humo o si vivía en una granja cercana. El equipo policial hace fotografía­s, anota coordenada­s del GPS y busca documentos en los autos, con la ilusión de identifica­r a alguien. El cadáver se guarda en una bolsa y viajará en una camioneta fúnebre.

Sin perder tiempo, los rescatista­s vuelven a la búsqueda. No faltan autos y camionetas abandonada­s junto al camino. ¿Habrá muertos dentro de esos coches? En un auto quemado y chocado contra un árbol, hay una bola de carne quemada. Por el tamaño, podría ser un niño pequeño. Pero “no hay un cráneo, entonces es un animal”, dice el policía, luego de revisar los restos. Por hoy el trabajo ha terminado, ya no hay luz natural.

El fuego en Camp Fire provocó 29 muertes y es el incendio más grave en California desde 1933, en Griffith Park, condado de Los Angeles. Brian Rice, jefe del Cuerpo de Bomberos de California, explicó que cada vez más el fuego afecta bosques y poblacione­s, impulsado por los vientos, la escasa humedad y la geografía. Un tercio de los bosques son privados pero “el resto no depende California sino del gobierno federal, que no ha invertido en el área”, dijo Rice. ■

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AP West Hill. Roger y Anne Bloxberg miran las llamas cerca de su casa.

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