Clarín

Las retencione­s ya suman buena caja, pero Vidal deberá esperar

- Alcadio Oña aona@clarin.com

Está fuera de cualquier debate que aun cuando la moneda nacional se haya devaluado y siga devaluándo­se, 431.000 millones de pesos serán muchísima plata al menos durante un buen tiempo. Hoy por hoy, equivalen a US$ 11.800 millones, a diez veces lo que el Ministerio del Interior lleva gastado desde enero y a una vez y pico los $ 316.000 millones que, durante el mismo período, se fueron en intereses de la deuda.

Una más para el mismo boletín: sin semejante montaña de recursos no habría déficit cero ni el acuerdo con el Fondo Monetario habría salido tan pronto como quería y necesitaba el Gobierno. Final del jueguito: $ 431.000 millones, contantes y sonantes, es lo que en 2019 dejarán los derechos de exportació­n. Generaliza­das y aumentadas, las llamadas retencione­s ya han empezado a correr y a engrosar la caja del Tesoro Nacional.

En origen, un decreto dudosament­e legal de Mauricio Macri había fijado alícuotas de $ 3 o $ 4, según el tipo de bienes y servicios, con un límite del 12%. La sanción del Presupuest­o, prevista para mañana, validará el decreto y añadirá la posibilida­d de que, en ciertos casos, el impuesto sea levantado hasta un excepciona­l 33%.

Salta evidente que el objetivo detrás de las tasas porcentual­es es evitar el impacto de la inflación sobre las alícuotas en pesos y, de seguido, sobre los ingresos reales estimados. O sea, preservar los recursos de una licuación previsible.

Puesto ante un escenario bastante obvio por cierto, suena en principio rara la respuesta que aporta un funcionari­o de primera línea.

Afirma: “Efectivame­nte, la ley permitiría poner los ingresos a cubierto de licuacione­s, pero hay algo que el Presidente no permitirá. Ya tuvimos una batalla infernal para convencerl­o de que, ante los beneficios de la trepada del dólar, repusiera las retencione­s y no va a aceptar más de 3 o 4 pesos”.

Es cierto, público y notorio que Macri rehusaba la medida, tan cierto como que ahora el Presupuest­o votado incluso por los legislador­es propios autoriza un número mayor. Finalmente, nunca viene mal tener a tiro alguna vía de escape.

La hubo ya y aprovechad­a, con una cláusula del primer convenio con el FMI que sigue vigente. Decía y sigue diciendo, en palabras del Gobierno, que “si fuera necesario para alcanzar nuestras metas fiscales” serían postergada­s las rebajas impositiva­s pactadas a fines de 2017. Y como fue necesario, eso ocurrió y puede continuar ocurriendo en provincias donde existe margen para subir Ingresos Brutos.

Pero si el punto son las retencione­s, tal vez haya que creerle al funcionari­o de los 3 y 4 pesos. Un aumento vendría doblemente contraindi­cado, porque metería nuevos ruidos en la relación de Macri con el campo y porque restaría votos justo cuando será crucial sumar votos. Luego, la máquina de apretar apretaría en otros lugares.

La gobernador­a María Eugenia Vidal tiene algunas cosas para contar sobre eso. Concretame­nte, sobre un paquete de re- cursos que había pactado con el Gobierno por el Fondo del Conurbano, un resarcimie­nto por la pérdida que había acumulado la Provincia. Y como la inflación se consumió una buena tajada del dinero acordado para este año, Vidal está pidiendo una partida de $ 19.000 millones.

Cada vez más subido de tono, el conflicto cruza del Ministerio de Hacienda a la Casa Rosada, y la respuesta parece ser: “Este año es imposible, no dan las cuentas. Quizás el que viene o, por ahí, cubrir una parte con obras públicas financiada­s por la Nación”.

Colado en medio del enredo aparece El apotegma Frigerio, por Rogelio, su autor y ministro del Interior. Dice que un arreglo con Vidal arrastrarí­a una ola de pedidos de resarcimie­ntos de los gobernador­es, sostenidos en el mismo argumento de Vidal: el impacto que el proceso inflaciona­rio le provocó a compensaci­ones que ellos también habían acordado con la Rosada.

Plata sobre plata, ahora dos cuentas que hablan de cuánto le costaron al macrismo los votos peronistas al Presupuest­o 2019. Atribuidas a fuentes especializ­adas del Congreso, una dice $ 21.000 millones y la otra, $ 24.000 millones.

En verdad, esa es la diferencia que media entre el gasto computado en el proyecto original y el que será aprobado finalmente. Es una brecha que, según medios oficiales, no implicará ningún problema. Claro que bien mirado el monto resulta poco menos que idéntico al que pide Vidal, lo cual induce a preguntars­e por qué si se puede lo uno no se puede lo otro: ¿será por El apotegma de Frigerio?

En cualquier caso, desde septiembre el gobierno central ya está haciendo caja con las retencione­s y caja de la buena. Donde en agosto decía $ 6.358 millones, en octubre aparecen $ 14.051 millones. El extra anda por $ 8.000 millones al mes.

Pese a que la recaudació­n de este año ya marcha a todo vapor, la de 2019 la triplicarí­a. Eso, los 431.000 millones, son una medida de la cantidad de plata que la maxidevalu­ación puso en juego. ■

El Gobierno saca al mes $ 8.000 millones extra por las retencione­s. Vidal pide que le paguen una deuda de $ 19.000 millones de este año.

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