Clarín

“Ya estoy acostumbra­do a las críticas, soy de teflón”

Habla de “Almost Fashionabl­e” El británico vino a presentar un documental sobre Travis, su banda, en el Festival de Cine.

- Gaspar Zimerman gzimerman@clarin.com

Fran Healy está por cuarta vez en la Argentina. Pero esta vez no vino a cantar con Travis, sino a presentar Almost Fashionabl­e, un documental sobre la banda, en la sección musical del Festival de Mar del Plata. El frío marplatens­e le regaló un catarro que no le impide desplegar su simpatía escocesa para contar cómo se le ocurrió que uno de los protagonis­tas de la película fuera nada menos que un crítico de rock que, al igual que muchos de sus colegas, detesta a Travis. -Nunca habías dirigido. ¿Por qué hiciste un documental sobre Travis? -Había filmado un par de videoclips con la banda. En el último álbum fue un video más largo, con un equipo de buenos profesiona­les. Y me picó el bichito de la dirección, así que quería hacer algo más. Alguien me dijo que mi primera película tenía que ser sobre algo que conociera muy bien. Me tomó un tiempo, hasta que me di cuenta: ¡Por supuesto, mi banda!

- ¿ Cómo surgió la invitación a Wyndham Wallace?

-Pensé que era interesant­e para la narración invitar a un periodista. Las condicione­s: A) Que no le gustara la banda. B) Que no supiera nada sobre la banda. Una implicaba a la otra, porque si supiera algo sobre Travis le gustaría. Nuestra banda tiene mucho para gustar y muy poco para disgustar: no somos una banda aburrida. Si invitaba a un fan de la banda, podía salir una película, pero no necesariam­ente interesant­e. Así que Wyndham llegó como un lienzo en blanco, y emprendimo­s un viaje de descubrimi­ento. Teníamos 80 horas de filmación para editar y convertirl­as en una hora. Nos llevó dos años de trabajo diario. -¿Cuáles son las diferencia­s entre filmar y componer?

-Es sólo una diferencia técnica. Porque todas las formas de arte -literatura, cine, música, comida, danza, actuación- tienen algo en común: la transmisió­n de una historia. De una verdad. Me di cuenta de que me gusta filmar, porque como compositor cargo todo el peso sobre mi espalda. Escribo la letra, la música, el diseño, todo: le llevo la canción a la banda en un demo.

-¿No es un trabajo en equipo?

-En el estudio y en el escenario, sí. Pero el aspecto creativo es muy mío. Es mi visión, es muy dictatoria­l. En cambio, al filmar el director tiene la visión, y sólo tiene que decirle a gente idónea qué hacer. En mi banda, tengo que ser bueno en muchas áreas. Como director no tenés que ser bueno en nada, porque podés convocar a gente genial. Los buenos directores tienen al mejor director de casting, al mejor fotógrafo, y sólo tienen la visión, que es lo más difícil. Los narradores son gente que tienen la visión y la cuentan tal como la ven en sus cabezas.

-¿Tuviste algún documental musical en mente como referencia?

- The Last Waltz, de The Band; Meeting People is Easy, de Radiohead; Rush: Beyond the Lighted Stage. Los vi para saber cómo contaron la historia. Los documental­es de música a veces son muy directos, un poco aburridos, y quería hacer algo diferente. En general, los documental­es musicales muestran el ascenso de un grupo, se los infla. El nuestro es al revés: un camino descendent­e, con críticos que nos vapulean. Me gusta la honestidad. Y me encanta la película: es muy Travis. Original. - ¿Por qué en la película hay poca música?

-Hay sólo cuatro canciones. No que- ría más. Tomé esa decisión por egoísmo. Y porque estábamos restringid­os: teníamos una sola cámara para registrar los conciertos en Guadalajar­a, Monterrey y Ciudad de México. Lo disimulamo­s con distintas tomas. El sonido también era malo: en una de las canciones tuve que poner el sonido de un show de hace seis años en Glasgow.

-No es una película para fans.

-Es para fans, pero la hice específica­mente pensando en gente que no sabe nada de la banda. Te metés en la historia a través de las críticas que nos hacen. En ese sentido, es arriesgada.

-¿Te molestan las malas críticas? Sí, me molestan. Porque hieren mis sentimient­os. Paso un año haciendo algo y un tipo que tiene veinte discos para escuchar y reseñar lee nuestro nombre y ya decide matarnos. No sabía por qué nos pasaba eso. Con el documental descubrí el motivo: el periodismo musical en Gran Bretaña está formado por músicos frustrados que se convirtier­on en los guardianes de la cultura. -¿Desprecian a Travis?

-Yo escribo simple, y eso es algo muy difícil de hacer. Es fácil ser Radiohead: hacen todo complicado, pero tienen a Nigel Godrich, su ingeniero de sonido, que te da la impresión de simpleza. ¿Sobre qué canta Thom Yorke? Es todo abstracto. Me gusta Radiohead, pero le pasás su música a un crítico y dice: “¡Qué profundo!”. Y si le pasás Travis dice: “Es una canción infantil”. No entienden que hacer la canción infantil es lo más difícil.

-¿Y las críticas de cine?

-Los críticos de cine entienden el oficio, porque hay escuelas de cine, mientras que no hay escuelas para componer canciones. Por ahí son críticos de cine porque les gusta la parte académica del asunto. Igual, si le hacen malas críticas al documental, ya estoy acostumbra­do: soy de teflón.

-Sos seguro de vos mismo.

-No, para nada. Sólo no tenés que leer las críticas. ■

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Travis. Músico y cineasta, dice que componer y dirigir es parecido.

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