Clarín

La ex presidenta regresó en un escenario avejentado que predice peleas futuras

- Ignacio Miri imiri@clarin.com

En un escenario avejentado, ante una platea de ex funcionari­os de diferentes países latinoamer­icanos con más recuerdos que votos, Cristina Kirchner traicionó ayer por un rato la estrategia que más resultados le dio en los últimos años: permanecer callada. La ex presidenta queda por largos períodos enredada en la peor pesadilla de un político y crece en la considerac­ión popular cuando no ofrece discursos públicos.

Ella lo sabe, y por eso prefiere jugar al misterio y mantener re- uniones con sus asesores -y también con algunos empresario­s y famosos comunicado­res- que quedan en reserva.

Ayer, sabedora de que la única persona con proyeccció­n electoral en el predio de Ferrocarri­l Oeste era ella misma, optó por encadenar algunas frases de campaña. Llamó a la unidad de la oposición, para darles juego a las conversaci­ones que su equipo viene teniendo con todos los sectores del peronismo y la centroizqu­ierda, y jugó a ponerse por encima de todas las grietas, excepto la que la separa de Mauricio Macri.

Igual que hace el Presidente con respecto a ella, Cristina invitó a confrontar su gestión con la de Cambiemos. “Pocas veces en la historia se da la posibilida­d de poder analizar dos modelos de Gobierno con tan poco espacio de tiempo”, dijo la senadora. Por supuesto, se dedicó a la economía, el punto que más le duele a Macri este año.

En esa confrontac­ión con su sucesor, Cristina se mueve con comodidad, y es la misma que elige el Presidente a cada rato, aunque prefiera negarlo. Como los rivales clásicos del fútbol, cada uno de ellos tiene a mano una etiqueta para tirarle por la cara al otro. “Neoliberal­es”, dice Cristina. “Populistas”, responde Macri. Todo indica que los dos apelarán a esa misma pelea en 2019, como ocurrió en 2015. Habrá que resignarse, si esa predicción se comprueba, a ver otra obra en un escenario avejentado. ■

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