En la cuerda floja, May logra un apoyo clave para el Brexit
Negociaciones. La premier británica convenció a los industriales de su plan de salida de la UE. Rebelión en sus filas.
Otro día de crisis y de espera en Gran Bretaña. ¿Habrá o no voto de confianza? ¿Sobrevivirá o caerá su primera ministra, una semana antes de la Cumbre Europea donde se debe tratar el Brexit? Theresa May se reunió durante una hora en Downing St con los euroescépticos a la hora del té ayer para evitar que prospere un voto de confianza, que según ellos habría superado las 45 cartas. Pero el correo de los Brexitiers no es exactamente “expreso”. Hasta anoche no se habían conseguido las 48 cartas necesarias para lanzarlo.
Después de la difusión de públicas cartas que habrían sido enviadas al Comité 1922, que debe reunirlas para lanzar el voto de confianza, su presidente Sir Graham Brady dijo que probablemente los euroescépticos hayan enviado menos cartas que las que publicitaron. Es el único que sabe exactamente cuál es el límite para May y quien va a contar los 158 votos que se necesitan para dejarla en el poder o hacerla caer. En estas horas pareciera que los Brexitiers han perdido el viento en la vela que tenían un día atrás.
Una desafiante May habló ante los capitanes de la industria británicos, originalmente sobre la inmigración y equiparó a los europeos con cualquier inmigrante calificado que quiera venir a Gran Bretaña. Tendrán las mismas oportunidades. Los directivos de las principales industrias británicas le dieron su apoyo.
Pero lo importante fueron dos cosas: aceptó el período de tran- sición hasta el 2022 que ofreció por la mañana Michael Barnier y sugirió que ella podría ser la candidata en las elecciones generales de ese año.
Cuando enfrenta una abierta batalla contra los Brexitiers que quieren desalojarla en la guerra civil que controla a su partido, May advirtió que el Brexit no es un ejercicio de “teoría política” y que el acuerdo ya estaba hecho, más allá de las presiones de los euroescépticos para negociar con Bruselas. Lo que falta renegociar es su relación futura, no el acuerdo.
“Nunca iba a ser fácil y directo y las etapas finales serían las más duras”, aseguró la premier. “Pero nosotros tenemos a la vista un acuerdo que va a funcionar para Gran Bretaña. Y que a nadie le quede ninguna duda: yo estoy decidida a hacerlo”, prometió.
Cuando se iniciaba la más peligrosa semana de su vida política, May urgió a los británicos “no solo a escuchar a los políticos” sino a los empresarios, “que producen trabajos” y que han apoyado sus planes. Pero la jefa de gobierno enfureció a los Brexitiers, al señalar que el final de la transición del Brexit puede extenderse desde diciembre del 2020 hasta la elección general, que se producirá en el 2022, con los pagos extra y los libres movimientos migratorios que incluyen entre Gran Bretaña y el resto de la Unión Europea.
May ha cambiado su retórica. Ya no dice: “Un no acuerdo es mejor que un mal acuerdo”, sino “mi acuerdo es mejor que un no acuerdo”. Una frase que ha conseguido calmar a los que creían que los Brexitiers la forzarían a un salto al vacío con un No Acuerdo.
Carolyn Fairbain, la directora general del CBI; que reúne a los capitanes de la industria británica, dijo que el acuerdo de May es “significativamente mejor que un no acuerdo”. ■