Asoma Zverev, el joven alemán que desafía a Federer, Nadal y Djokovic
Tiene 21 años y está cuarto en el ranking. Hijo y hermano de tenistas, tiene todo para dominar el circuito.
A Alexander Zverev padre, nacido en Sochi en 1960, no pocos lo veían con el potencial para ser uno de los mejores tenistas de Europa. No por nada era el mejor rankeado de la ex Unión Soviética. Su esposa, Irina, había llegado a ser número 4. Las dificultades de conseguir permiso de parte del gobierno para jugar fuera de su país conspiraron contra sus posibilidades de trascender internacionalmente.
Así que terminaron ejerciendo como profesores de tenis en Hamburgo, Alemania. Fue el lugar en el que ellos y su primer hijo, Mischa, vieron la llegada del más chiquito, Alexander. Todavía caminaba con los clásicos tambaleos de los primeros años cuando empezó a empuñar sus primeras raquetas.
Acompañando a su hermano a entrenamientos y torneos, no tardó demasiado en cruzarse con leyendas como Boris Becker -entrenador de Mischa en equipos juveniles alemanes- y otros jovencitos como Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic. Alguna vez le pidió un autógrafo al suizo, quien lo animó: “Si trabajás duro, quizás algún día juguemos en contra”. Su talento iba creciendo en proporción con su tamaño.
El agente de Andy Murray vio jugar a Sascha y le ofreció a la familia representarlo. Con 16 años, se acos- tumbró a pelotear con el británico, para entonces parte del póker de cracks que domina los circuitos desde hace década y media. Y encaró una preparación física muy particular para sostener el alto ritmo en un cuerpo de 198 centímetros, como Del Potro.
Ya instalado entre los mejores (fue el top 100 más joven en 2015), su deuda eran los torneos grandes. Eliminado prontamente de un Abierto de Australia, Federer lo aconsejó: “Ponete metas más cortas”, le dijo el máximo ganador de Grand Slams, que no llegó a cuartos en esos torneos hasta sus 22 años, a Sascha, por entonces con 20. A partir de ahí, fue cre- ciendo en esos certámenes.
Se instaló como número 3 del mundo y logró, finalmente, dar el gran salto con su máximo trofeo hasta el momento: el del torneo de maestros de este fin de semana que pasó.
Zverev es uno de esos casos que no siempre se cumplen cuando se trata de niños prodigio. Contó con su propio esfuerzo y con la inestimable ayuda externa de varios de los mejores y sus círculos. Es presente y tiene todo para ser el mejor del planeta en el futuro cercano. Lo ayudaron quienes hoy son sus víctimas. Levantaron el listón y ayudaron, más que al alemán y a ellos mismos, al tenis todo. ■