Clarín

Llega la ópera que arrancó como un fracaso...

Entre la lírica y la comedia musical, los directores Pablo Druker y Rubén Szuchmache­r dan su visión sobre esta puesta, muy criticada en Broadway en 1956.

- Federico Monjeau fmonjeau@clarin.com

Candide, la opereta de Leonard Bernstein, sube hoy en el Coliseo, en una producción del Teatro Argentino de La Plata, con dirección musical de Pablo Druker y puesta en escena de Rubén Szuchmache­r.

Se trata de un estreno argentino y también de un homenaje en el centenario del autor, que vivió entre 1918 y 1990 y marcó a fuego la escena musical estadounid­ense en su múltiple condición de compositor, director, pianista, ensayista, educador y desprejuic­iado hombre de ideas. Su obra está basada en Cándido, o el optimismo (1759), cuento filosófico de Voltaire y de- moledora sátira sobre el optimismo a prueba de balas y la creencia de que vivimos en el mejor de los mundos posibles, creencia que en el siglo XVIII contaba con una considerab­le fundamenta­ción filosófica y que las delirantes y horrorosas peripecias del relato no hacen más que desmentir.

-Casi como los personajes del cuento de Voltaire, la obra de Bernstein tuvo también sus peripecias. Hay un montón de libretista­s y libretos, y es como si el autor nunca hubiese terminado de escribirla. ¿Cómo resolviero­n ustedes este asunto?

Szuchmache­r: En principio se tomó la decisión de tomar la Scottish, la versión de la Ópera de Escocia, que sería como la versión oficial que Bernstein dejó preparada. Pero, pe- queño detalle, la editorial nunca nos envió el libreto. O sea, es como si el libreto de esa versión no existiera, a pesar de que la partitura tiene marcas que refieren a un libreto. Se pidió el libreto hasta el cansancio, y finalmente lo que se decidió con el Teatro Argentino es que Lautaro Vilo y yo hiciéramos una versión con los materiales que íbamos encontrand­o por los lugares más diversos. Candide no está publicada a la manera de su otra obra lírica West Side Story. Existe el libro West Side Story, con las canciones, las partes dialogadas, todo. De Candide es como si nunca se pudiera fijar una versión plena: es una caracterís­tica que va a tener la obra. Entonces, con Lautaro buscamos cosas en Internet, fuimos viendo cómo armar la obra y llegamos a la versión que vamos a ver. -¿Y qué ocurre en ese sentido con la música?

Druker: Bueno, también hay algo de lo que dice Rubén, porque si bien la versión de Escocia es bastante cerrada, también había que adaptar la música al libreto, cambiar ciertos números de lugar, tomar ciertas decisiones y llegar a algo coherente. -¿Cómo definirían la obra desde el

En ‘Candide’, Leonard Bernstein se dio el gusto de escribir algo distinto para cada número. Y esa diversidad resulta muy interesant­e.”

punto de vista musical?

Druker: Es una obra muy viva, muy heterogéne­a, dinámica, con una cantidad de números casi sin pausa, y con un contraste muy fuerte entre uno y otro. El contraste lo encontramo­s ya en la obertura, a pesar de que es una pieza que no pasa de los tres minutos. Desde el punto de visto genérico, no es fácil de catalogar. En cierto punto es extremadam­ente lírica, por lo que tampoco se puede llevar todo a la dirección de la comedia musical. Hay que encontrar un equilibrio, que es tal vez un punto intermedio o tal vez es Candide, no lo sé. Es un gran desafío para los solistas y para la orquesta. Ubicar su tono, su humor, más allá de si es una opereta o una comedia. Szuchmache­r: Yo tengo la impresión de que si West Side Story está más ligada a los ritmos populares, Candide es como la obra del director de orquesta. Es el compendio del director de orquesta, y Bernstein se dio el gusto de escribir algo distinto para cada número. Es muy interesant­e lo que pasa con esa diversidad. Druker: Efectivame­nte, creo que esa diversidad tiene que ver con su vida como director. Candide es ecléctica y satírica, pero también tiene momentos muy mahleriano­s, por ejemplo. Muchos músicos de la orquesta lo notaron y se preguntaro­n si eran citas. Mi sensación es que no se trata de citas, sino de algo que trasciende todo eso. Sabemos lo que significar­on las sinfonías de Mahler para Bernstein.

-La obra se estrenó en 1956 -nada menos que en Broadway-, y todos coinciden en que no fue precisamen­te un éxito.

Szuchmache­r: Sí, fue más bien un fracaso, y tenía además otro libreto, que era de Lilian Hellman. De hecho, yo descubrí esta obra gracias a Hellman. Yo era un fanático lector, primero de Dashiell Hammett y después me enteré de su relación amorosa con Lilian Hellman y ahí empecé con ella. En el momento del estreno no hubo acuerdos. Después tuvo un segundo libreto, de Hugh Wheeler, en el que todo el mundo metió mano, y eso hace que las letras de las canciones tengan tantos autores distintos; desde Hellman, que tiene algunas, hasta Richard Wildburg y Stephen Sondheim, que hizo los lyrics de West Side Story. Hasta la gran Dorothy Parker escribió letras para Candide.

-Las críticas del estreno enfatizaro­n la falta de humor o la seriedad mortal de Hellman. Szuchmache­r: Lo que pasa es que la obra arranca como una respuesta al macartismo: en ese sentido el Cándido de Voltaire tenía y sigue teniendo una contempora­neidad increíble. Por otro lado, se creó una obra por fuera de las reglas del musical. No entraba dentro del canon de Broadway. La obra nace como musical, después ellos mismos empiezan a definirla como opereta para que entre en otro circuito.

-¿Cómo se la ambientó en su estreno?

Szuchmache­r: Más allá de todos los chistes que hagamos de la música y la escena, tengo entendido que se la situó en la época de Voltaire, en el siglo XVIII, lo mismo que la versión de Escocia.

-Y en la de ustedes, ¡cómo la harán ustedes?

Szuchmache­r: Con Jorge Ferrari (escenógraf­o) y Gonzalo Córdova (iluminador) decidimos sacarla del tiempo de Voltaire, no hacer ninguna referencia al siglo XVIII. Hubiera sido incomprens­ible. Optamos por una especie de visión pop. Tiene que ver con el tiempo en que la obra fue escrita, o un poquito después, ya pisando los ‘60. Hay un tratamient­o que parte de la obra de Roy Lichtenste­in, del tipo de texturas que el emplea, lo que de alguna manera es una cita. Esto genera un cierto dinamismo. Porque uno podría decir que la obra es una road ópera, que empieza por un lugar y transita por muchos otros diferentes. Resolver eso escénicame­nte siempre es un problema. Si uno es perezoso trataría de resolverlo con un video, porque la acción tiene todo para hacer eso. Pero nosotros preferimos buscar una materialid­ad teatral. El siglo XVIII se hubiera llevado medio de patadas con la música, que es muy bailable. Sacando las partes ariosas, hay otras donde la gente se va querer salir de su butaca y ponerse a bailar. ■

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G. GENITTI/T. ARGENTINO Se ensaya. El reparto estará encabezado por Santiago Martínez (Candide), Oriana Favaro (Cunegunda) y Héctor Guedes (Voltaire, Pangloss y Martin), entre otros.

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