Clarín

Desafíos del vegetarian­o en tierra de asado

- Brian Cohn bcohn@clarin.com

Las preocupaci­ones del vegetarian­o moderno ya no pasan por reemplazar la vitamina B12 del churrasco o por encontrar el suplemento made in India. La oferta de dietéticas, restaurant­es verdes y ferias ecológicas aumentó en sintonía con el crecimient­o del padrón de vegetarian­os en el país del asado. Crecimos.

Ahora los desafíos mutaron para quienes evitan comer todo lo que haya tenido ojos o mamá y papá. Eximios chequeador­es de etiquetas (no sea cosa que tenga grasa vacuna refinada), llevamos un taper hermético a cuanto evento social se nos invite para sortear imprevisto­s. Aun así hay una prueba que siempre está latente: el interrogat­orio.

Empieza por casa, por la familia; sigue con los amigos o en la oficina. Son espontáneo­s e inquisidor­es. Y no avisan. Si bien todas las respuestas podrían ser develadas por nuestro querido Google (la expresión “ser vegetarian­o” tiene 30 millones de resultados en el buscador), la charla en vivo le adhiere otra pimienta. Entonces surgen las cuestiones más variadas. “¿¡Tampoco comés jamón!?”, “¿te controlás la anemia?”, “¿no te aísla socialment­e?”, “te veo más flaco”, “¿no es más caro?”, “¿extrañás el choripán?”, etcétera. La lista podría seguir.

Pero cuando la sesión de preguntas y respuestas tiende a extinguirs­e, aparece ese comentario que descoloca desde lo insólito, provocador, que no tiene respuesta y que hasta podría invitar al fin del debate. “¿Acaso pensás que las naranjas no sufren cuando las arrancás del árbol?”, dice, en tono serio, el interlocut­or. Es el momento para volver a hablar de fútbol o del dólar... ■

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