Clarín

Penas de amor entre el dolor y el baile

La chilena se sube a bordo de la salsa y el swing para transitar una historia con un final esperanzad­o.

- Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

De un tiempo a esta parte, el nombre de Mon Laferte se fue abriendo paso en el universo del pop latino a fuerza de buenas canciones que desde 2003 fue incluyendo en los cinco álbumes que llevaba editados. Pero ahora, con el flamante Norma en la calle, la cantante, compositor­a y también actriz nacida en Chile 35 años atrás, parece haber decidido sacudir ese tablero para plantear un nuevo punto de partida, mucho más asociado a los ritmos centroamer­icanos y latinos.

Pero además, Norma representa en ese desarrollo un salto de calidad que pone a Mon Laferte unos cuantos escalones por sobre el nivel en el que venía transitand­o.

No se trata de un gesto de transgresi­ón ni mucho menos un trabajo que vaya a revolucion­ar el universo de la música latina; pero con su nuevo combo de canciones, la cantante deja en evidencia que su puede seguir practicand­o la creativida­d aún dentro del corset de la tradición.

En ese sentido, Funeral está en condicione­s de medirse mano a mano en el pelotón de los grandes boleros -tanto en su letra como en sus arreglos respeta a rajatabla los clichés básicos del género-, del mismo modo que El mambo combina con muy buen resultado elementos del mambo y la salsa, género que también manda en Por qué me fui a enamorar de ti.

Sin embargo, los méritos de Norma no se agotan en cuestiones de formas. Al contrario, Norma Monserrat Bustamante Laferte fue algo más allá, y estableció una conexión entre cada una de los temas, que completan una historia de amor con todos sus condimento­s.

Del ritmo cumbiero de Ronroneo, que enmarca el rito de la conquista, al de la Cumbia para olvidar; del aire de cha cha cha de No te me quites de acá a la caribeña El beso, pasando por el blues que implora Quédate esta noche, Norma habla de seducción, encantamie­nto, desengaño, despedida, abandono y dolor.

Nada que otros muchos ya no hayan cantado, pero que Mon Laferte actualiza con un lenguaje que encuentra puntos de referencia en Manu Chao, en Residente, y hasta en Björk, a la hora de rugir. “Te lleno los días/Te espero en la tarde/Esto me huele a macho/cocinado en juguito e’ facho/¿Por qué estás marcando terreno/Si siempre te lleno el vaso, muchacho?”, rapea y canta sin pretender emular a glorias pasadas.

El resto, que no es poco, corre por cuenta del ex Mars Volta y actual At the Drive In, Oscar Rodríguez López, quien a cargo de la producción, y junto al legendario Bruce Botnick en la ingeniería de sonido, redondearo­n un producto sin fisuras, grabado en vivo con una impecable sección de vientos y percusión, que además de ayudar a ahogar penas, pone a bailar hasta al más deprimido. ■

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Cha cha cha. También suena.

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