Habló la viuda de Pavarotti
A 11 años de la muerte del tenor, contó detalles de la historia de amor que los unió, pese a los 34 años de diferencia.
“Él me lo había advertido: todos pensarían que yo iba detrás de su dinero”. Con esa frase, Nicoletta Mantovani, viuda de Luciano Pavarotti, rompió el silencio.
A 11 años de la muerte de uno de los tenores más famosos, la que fue su segunda esposa hizo fuertes confesiones al diario británico The Sunday Times.
La historia de ambos fue novelesca. Después de 39 años de matrimonio con su primera esposa, Adua, en los ‘90 Pavarotti se enamoró perdidamente de una estudiante de la Universidad de Bolonia.
Mantovani, por entonces una joven de 20 años que ayudaba al tenor en la organización de un evento, encontró inesperadamente el amor. Se llevaban 34 años. El tenor no dudó un segundo en conquistarla, pese a la diferencia de edad.
“Me dijo que me fuera con él a Suiza. Le dije que no, y me contestó: ‘ Ven al aeropuerto a despedirme’, y yo acepté. Después de verlo partir, tomé el siguiente vuelo para reunirme con él”, confiesa Mantovani.
El mote de “cazafortunas” no demoró. “Él me advirtió que todos pensarían que yo iba detrás de su dinero -cuenta la viuda, de 48 años-. Me pre- guntó si estaba preparada para ser vista como una mala persona”.
“Todo el mundo quería que explicara qué era lo que tanto le gustaba de mí, y él respondía: ‘Si puedes explicar el amor, entonces no es amor’”, detalló. Pero la pareja atravesó un duro momento. Poco después de cumplir un año juntos, a Nicoletta le diagnosticaron esclerosis múltiple.
El pronóstico era desalentador: los médicos dijeron que iba utilizar una silla de ruedas. “Le dije a Luciano que ya no podía seguir con él porque me iba a convertir en una carga. Él me dijo: ‘Hasta ahora te amaba, ahora te adoro, juntos vamos a sobrellevarlo’”. Pese a que los especialistas le aseguraron que no podría tener hijos, en 2003 tuvieron mellizos: Riccardo y Alice. El niño murió al poco tiempo. Tres meses después, Nicoletta y Luciano se casaron.
Un cáncer de páncreas volvería a ponerlos a prueba. Durante la enfermedad del tenor, ella fue su gran apoyo. “Lidiamos con su enfermedad como con la mía”.
Hasta que llegó el final. ■