Clarín

Los egresados que perdieron un año

- Pablo Vaca

La efectista y discutida regla de las 10.000 horas sostiene, básicament­e, que si alguien le dedica ese tiempo a cualquier actividad, desde jugar al tenis hasta tocar la guitarra, de programar computador­as a escribir novelas, no estaría lejos de convertirs­e en Rafa Nadal, Eric Clapton, Bill Gates o Stephen King. Se basa en los estudios del psicólogo sueco Anders Ericsson, quien publicó la hipótesis en 1993, luego de observar el desarrollo de un grupo de violinista­s de la Academia de Música de Berlín desde sus 5 años hasta los 20. El hombre conjeturó que los chicos que más practicaro­n (10.000 horas) mejor tocaron. En síntesis, que trabajo duro mata talento.

Casualidad o no, un chico que complete su escolarida­d en turno simple desde jardín de 5 hasta quinto año de la secundaria habrá dedicado 9.880 horas a aprender. La cuenta es sencilla: se trata de multiplica­r 4 horas por 190 días de clase por 13 años de escolarida­d… en teoría. El problema es que en la Argentina real muchos de ellos no sabrán siquiera hacer esta cuenta porque lejos estarán de haber asistido todo ese tiempo a la escuela.

En esos años de estudio, los alumnos se habrán encontrado con calendario­s escolares acortados (ya se anunció que el de 2019 será de 186 días, cuatro menos que lo determinad­o por ley), con feriados que se multiplica­n y, claro, con repetidos paros docentes.

En la provincia de Buenos Aires suman, con el del martes pasado, 28 días en el año: los egresados secundario­s 2018, que el lunes próximo si no se llevan materias podrán dejar de asistir a clases, y que comenzaron preescolar en 2006, habrán acumulado así, a lo largo de su carrera, nada menos que 160 días de paro. Casi un año sin clases por huelga.

Sólo cabe imaginar todo lo que no aprendiero­n por eso.

Tanto paro deja al descubiert­o, además del daño causado, otra conclusión: la ineficacia de la huelga como herramient­a de lucha para los maestros. En 2012 hubo 17 días de paro en la Provincia. En 2014, 20. En 2017, 22. Y este año, ya se dijo, 28. Sin embargo, no hace falta ser especialis­ta para saber que los sueldos docentes siguen postergado­s: aun con el 30% otorgado a octubre, el salario inicial de un maestro bonaerense es de $ 16.200.

A nivel nacional el asunto es peor: el sueldo básico es de $ 11.400. En junio de 2019 llegará a $ 15.000. Un cuarto de los 1.200.000 maestros del país cobra el salario inicial.

Ciertament­e, la insistenci­a en los paros pe- se a su pobre efectivida­d para traducirse en aumentos se explica en parte por el componente partidario de los mismos: la mayoría de los gremios docentes (17 en Capital, 6 en Provincia, 5 nacionales) adscriben a la oposición y se identifica­n con la CTA.

No parece importarle­s a los sindicatos que las huelgas también repercutan en el descrédito creciente de los maestros, en otra época poco menos que próceres. O que cierto hartazgo social asome sobre el tema, lo que es gravísimo, ya que nada peor que la indiferenc­ia en un tema tan importante para el país.

Aunque no resulte fácil (ver página 29), los gremios podrían pensar a esta altura en alguna otra manera de protestar que no tenga como consecuenc­ia más directa victimizar a quienes deberían cuidar. Pero, evidenteme­nte, así como los alumnos tienen cada vez más dificultad­es para aprender, algunos sindicalis­tas también. Por ejemplo, Sergio Romero, de la Unión Docentes Argentinos, ya avisó que el año que viene las clases no comenzarán el 6 de marzo. Romero es, además, Secretario de Políticas Educativas de la CGT. En serio. ■

Los chicos que hicieron preescolar en 2006 egresan ahora, con 160 días de paro a cuestas.

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