Cansados de que sus hijos pierdan clases, piden que los gremios usen otras medidas
Apoyan el reclamo salarial docente, pero plantean que deben buscar medidas de fuerza alternativas.
Hicieron un esfuerzo extra para entrar a un secundario preuniversitario, pero este año la educación de excelencia quedó a media asta, entre numerosas huelgas docentes. Sus padres, preocupados por el ocio en casa y los contenidos atrasados, gestaron, primero, una inquietud. Luego, enojo. Y se autoconvocaron. Dicen que apoyan el reclamo salarial docente y reconocen el derecho constitucional a la huelga, pero piden respetar el derecho a la educación. ¿Una delgada línea roja?
Es difícil decir cuántos días de paro hubo en 2018. Para la Conadu, cerca de 25. Para los padres autoconvocados, entre 40 y 60. Cada jurisdicción tiene su lógica.
En la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano, que depende de la Universidad Nacional de Córdoba, el conflicto se volvió visceral. María de Lourdes Sosa, mamá autoconvocada de una nena de segundo año, cuenta que el conflicto arrancó en marzo del año pasado, con los docentes en asamblea permanente: “Un grupo de padres pedimos un amparo para que se garantizara el dictado de clases y se ordenara el cese de la conducta omisiva de las autoridades. El juez dictó una medida cautelar, lo que fue una solución, tras un mes y medio sin clases. Este año intentamos hacer lo mismo, pero no funcionó porque el juez ordenó el cese de los paros, pero ellos entendieron que la disposición no era propia sino del gremio, y no acataron la cautelar”.
En Rosario, Armando Mujica, papá de un alumno del Politécnico San Martín, integra el colectivo “Padres Autoconvocados Escuelas Preuniversitarias-UNR”. “Los chicos entran a la secundaria y todo es nuevo. Tienen 12 o 13 años. Si no está el profesor, solos no pueden. Pierden la gimnasia de estudiar, de relacionarse con sus pares”, plantea. “El derecho a huelga está en la Constitución. Sólo pedimos buena voluntad para hacer algo distinto, que hagan paro, pero de forma menos sanguinaria. Si hay huelga, que dicten clase medio día; si es por tiempo indeterminado, que den clase día por medio”, propuso Mujica.
¿Y los chicos? Sosa y Mujica opinaron que la escuela genera un gran sentimiento de pertenencia en ellos. Y por eso tal vez “no dimensionan la pérdida de contenidos. Pero cuando se retoman las clases, empiezan los problemas. No todos tienen la misma capacidad para incorporar rápidamente lo perdido”, explicó Mujica.
Martina Miravailles integra “Madres y Padres Autoconvocados” del Colegio Nacional de Buenos Aires, cuyas bases son "alumnos a las aulas ya", "salarios dignos para los docentes" y "la educación pública no se negocia". Para ella, “el diálogo con los docentes es permanente y les pedimos que sean más creativos en sus herramientas de lucha, sin excluir la huelga tradicional. Las demandas son razonables, pero la idea es alterar menos la continuidad de las clases”.
¿Hay alternativas? Miravailles cree que sí: “Con las nuevas tecnologías podrían darse días de lectura, para dar continuidad a los programas, y hacer encuentros de seguimiento. Hubo experiencias así en la época de la gripe A”. “Una cosa iría en detrimento de la otra. Un paro es un paro. La gripe A fue otra cosa: se vaciaban las escuelas por un tema sanitario”, opuso Verónica Bethencourt, secretaria gremial de Conadu.
También hay autoconvocados en las provincias de Buenos Aires, Tucumán, Mendoza y Neuquén. No todas las jurisdicciones estiraron el cronograma escolar, como sí se hizo en las preuniversitarias de la UBA, que cerrarán el ciclo lectivo el 28 de diciembre. Oscar García, secretario de Educación Media de la UBA, mostró comprensión con los docentes: “No buscan perjudicar a los alumnos, sino plantear una medida de fuerza por una realidad social que no los favorece”. “Si el reclamo fuera sobre el proyecto educativo, sería posible ser más creativos. Pero si se trata del salario del que vive una familia, la discusión se hace más difícil”, cerró. ■