Extraña a hombres de la talla de Arturo Illia y René Favaloro
“Los gatos son todos gatos y las yeguas son todas yeguas”, dice la ex presidente Cristina Kirchner. Y un argentino es “una víctima” suya y de quienes la sucedieron, que prometieron y no cumplieron al no tener un equipo capacitado para sacar del atraso a un país devastado en sus instituciones, con un Estado elefantiásico y una Justicia tomada, que estuvo lejísimos de haber sido “legítima”. “La verdad queeee...”, la característica muletilla discursiva de la ex presidente no generó el frenesí contagioso de otros tiempos entre sus seguidores. Aquellas cadenas nacionales en el Patio de las Palmeras de la Rosada, matizado de cánticos, bailes y saltos tuvo un marco más austero en Ferro, dentro de la mal llamada contracumbre del G20.
Claro, argumentos para hablar ya no le quedan, por más que haya pasado su derrota electoral y quien la sucedió haya caído en equivocaciones al por mayor. Dejó al país con una pobreza muy similar a la actual, con un bajo endeudamiento pero sin energía (a la que subsidiaba), teniendo que pagar sólo por ese concepto en dólares contantes y sonantes alrededor de la mitad de lo que deberá afrontar el próximo gobierno al FMI.
Como se verá, los argentinos tenemos y tendremos pocas razones para creer en el futuro venturoso que los políticos nos prometen. El verdadero “tiro para el lado de la justicia” se escuchará el día que aparezcan en el horizonte político hombres de la estatura de Arturo Illia o René Favaloro, a quienes cada año que pasa se los extraña más.