Clarín

El Brexit en el Atlántico Sur

- Ricardo Kirschbaum

Los pobladores de Malvinas y de Gibraltar, dos rémoras del colonialis­mo británico, temen con razón por las consecuenc­ias de la salida de Inglaterra de la Unión Europea, aún en su versión soft. Habían votado masivament­e, en referéndum, su deseo de continuar siendo británicos y también de no abandonar la pertenenci­a a Europa. Ahora se enfrentan a una realidad que puede tener otros costos y provocar cambios de escenarios que no estaban previstos cuando el ex primer ministro David Cameron por salvar los muebles quemó la casa, según una mordaz ironía del ex presidente español Felipe González sobre el Brexit.

Las Malvinas es considerad­o territorio bri- tánico para la Unión Europea, como lo es también el Peñón de Gibraltar. En ambos casos, el Brexit les hará perder la pertenenci­a a la UE que les traía beneficios concretos que ahora están en duda.

En el caso de las islas, sobre las que Argentina reclama su soberanía, la ventaja de la que disfrutan todavía los isleños podría desaparece­r junto a los subsidios de pesca que la UE distribuye entre sus Estados miembro.

Pero, además, las ventajas de los países de la Unión Europea respecto de Malvinas podrían esfumarse. Por ejemplo, hacer allí base de pesca tan fácilmente como ahora.

El gobierno de Malvinas advirtió apenas se votó el Brexit que el objetivo “será retener los beneficios que tenemos actualment­e, sobre todo con el acceso al comercio”.

Respecto de Gibraltar se abre un período de transición hasta el 2020 durante el cual España y el gobierno británico del Peñón, donde viven 32 mil personas, deben discutir temas puntuales de la relación, como por ejemplo los beneficios fiscales del juego. Es que en las excavacion­es defensivas que los aliados cons- truyeron para la Segunda Guerra, están instalados los centros de cómputos de juegos on line que representa­n un cuarto del PBI de Gibraltar (apuestas deportivas, juegos de azar y de otro tipo). Tarde o temprano volverá a ponerse sobre la mesa el reclamo soberano de España. Ya ha comenzado a hablar de una propuesta de co-soberanía sobre la colonia.

Theresa May viene a la Argentina para el G-20 y se reunirá con Macri. Se hará el anuncio del segundo vuelo del continente a las islas que vendrá de San Pablo y hará escala en Córdoba. Se podrá decir que Argentina accede a reducir el aislamient­o de las islas y, a la vez, a reducir costos logísticos con este paso, pero también es una forma de replantear la vinculació­n que existía hasta la guerra.

La salida de Londres de la Unión Europea, además, puede impactar en la obligación de los países miembros, excepto España, de contemplar la posición británica respecto de la soberanía de las islas.

Se abren oportunida­des para replantear aspectos de la relación con los isleños sin desconocer que necesariam­ente este proceso, si se impulsa con creativida­d, llevará un tiempo largo para recuperar una dosis de confianza que le garantice progresos. Tendría gran influencia si la Argentina lograra construir un consenso básico sobre la negociació­n, algo impensable en este clima de crispación política y en la escasez de mirada estratégic­a de la dirigencia política.

La propuesta de co-soberanía también forma parte del menú de los expertos que siguen aquí las negociacio­nes, una propuesta que ya fue desechada increíblem­ente durante aquellas dramáticas y sangrienta­s jornadas de junio de 1982.

Malvinas perderá varias ventajas, en especial en la pesca, crucial para la economía de las islas

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