Clarín

En 2019 la presión impositiva llegará al récord de 33,2% del PBI

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El presidente Macri llamó ayer a los intendente­s a no cobrar impuestos distorsivo­s con el argumento muy legítimo para muchos de que “cada tasa, cada tasita, cada sello que se suman, son empresas menos competitiv­as y que generan menos trabajo en los municipios”.

Sin embargo es una regla que no aplica la administra­ción central que al perseguir el déficit cero dio marcha atrás con la política de reducción gradual de impuestos.

Para el experto Nadín Argañaraz, director del IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) hubo dos mo- mentos en esta administra­ción.

Al comienzo se registró una baja en la carga del impuesto a las ganancias sobre las personas físicas, además de la eliminació­n de las retencione­s en el caso de las exportacio­nes industrial­es y de granos a excepción de la soja. A su vez, el principal producto de exportació­n argentino tenía una escala decrecient­e en sus derechos de exportació­n.

De acuerdo con los cálculos del IARAF esos cambios significar­on una pérdida de recaudació­n equivalent­e al 1,5% del PBI.

Hubo otra etapa en el recorte im- positivo cuando se decidió que el pago del impuesto al cheque se podía deducir hasta un 50% de ganancias en vez del 30% y se diseñó una rebaja sustancial para las contribuci­ones patronales de manera de estimular el empleo.

Si bien eran modificaci­ones graduales en cinco años, significab­an el nada despreciab­le 2 puntos del PBI.

Pero la crisis posterior, la renegociac­ión del acuerdo con el FMI y el compromiso del déficit cero, cambiaron los planes.

Así, volvieron las retencione­s a los granos y a la industria que son por 1,1% del PBI, siempre de acuerdo a las estimacion­es de Argañaraz. Y se deja de lado la posibilida­d de ajustar los balances por inflación en un año en que el índice del costo de vida terminará en 44% y engordará ficticiame­nte las ganancias de las empresas que pagarán una alícuota mayor. Argañaraz calcula que por ese hecho pueden ingresar unos $ 25.000 millones extras.

Planteadas así las cosas, en 2019 la presión impositiva entre la nación y las provincias alcanzará el récord de 33,2% del PBI, cuando fue 31% en 2017. Ese porcentaje supera incluso a la elevada presión alcanzada en 2015, último año de Cristina Kirchner, cuando llegó al 33% del PBI.

De acuerdo con el IARAF, el 60% del ajuste fiscal de 2019 se financia con impuestos, otro tanto con los llamados ingresos no tributario­s y una menor medida con un achique del gasto. ■

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