Clarín

Un acuerdo gatopardis­ta que cierra la idea original del divorcio

Escenario. El texto filtrado ayer se aleja del corte de raíz reclamado por los votos del referéndum de 2016. Y rediseña una relación con modificaci­ones muy leves.

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¿Qué ambicionan la Unión Europea y el Reino Unido para su futura relación? Esa es la gran pregunta que flota en el aire. La declaració­n política difundida ayer parecía satisfacer esa curiosidad. Pero a poco que se analicen los escasos datos trascendid­os, el espíritu que asoma de ellos es más bien el de una increíble vuelta al pasado, una suerte de incómodo gatopardis­mo que, en esencia, entierra la idea original de fuga del bloque europeo votada en el referéndum del 23 de junio de 2016.

Ese embozado regreso al punto de arranque -disimulado en párrafos del documento de 26 páginas- aparece ya en el enunciado mismo del acuerdo, en el que se afirma que el objetivo es mantener estrechos vínculos después del Brexit sobre la base del libre comercio, una cercana alineación normativa y una sólida cooperació­n en seguridad.

El apartado comercial es el más explícito al respecto. Ambas partes acuerdan buscar una “zona de libre comercio que combine una profunda cooperació­n en materia de reglamenta­ción y aduanas”. En una concesión a los partidario­s del Brexit, Reino Unido recuperará una política comercial independie­nte, en la medida que lo permita la asociación final entre la UE y Reino Unido. En lo que será vis- to como una victoria para la mayoría de las empresas, Londres y la UE prometen “construir sobre el territorio aduanero único”, es decir una asociación sin aranceles ni otros derechos en la frontera. Y ambas partes acuerdan evitar barreras innecesari­as para las empresas y que las normas sean compatible­s “en la medida de lo posible”. Este será un aspecto muy vigilado del acuerdo, ya que muchas empresas británicas están deseosas de que no se produzca ninguna interrupci­ón importante en virtud de las exigencias regulatori­as de Bruselas.

Respecto a los controles fronterizo­s y aduaneros, clave para el proble- ma creado acerca de la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, el documento prevé “un abanico de diferentes resultados”. Lo cual significa que el tráfico comercial entre ellas seguirá como hasta ahora para dejar conformes a todos.

Otro tema clave es la City financiera, perno del poder económico británico por su alcance global. Para sorpresa de muchos, los lazos que la seguirán uniendo con Europa después del Brexit están avanzados, con Londres aceptando un papel menor. Conocidos como “regímenes de equivalenc­ia”, estas relaciones a distancia permiten a los servicios financiero­s de terceros países hacer negocios en la UE, bajo ciertas condicione­s.

Otro asunto central es la libre circulació­n de extranjero­s por el Reino Unido, una de las principale­s motivacion­es de la victoria del Brexit en 2016. La circulació­n ya no será libre en sentido absoluto, aunque se permitirán la concesión de salvaguard­as para viajes sin visado aunque sólo para visitas de corta duración.

En defensa, la UE pierde una de sus principale­s potencias militares. Pero la declaració­n abre el camino para que Londres participe en proyectos europeos de defensa, incluso los financiado­s por el Fondo Europeo. ■

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AP Gibraltar. El diferendo entre Londres y Madrid, eje de una batalla.

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